Capítulo XXIII Affery hace una promesa condicional relativa a sus sueños Una vez a solas, recordando con toda nitidez los expresivos gestos y miradas del señor Baptist, también llamado Giovanni Baptista Cavalletto, Clennam tuvo un día de lo más tedioso. Intentó en vano concentrarse y ocupar la cabeza con algún asunto profesional o de otra índole, pero siempre acababa volviendo a lo que le angustiaba, y no podía pensar en otra cosa. Como un criminal encadenado en un barco amarrado en un río profundo y claro, condenado a ver siempre, por debajo de los miles de leguas de agua que la corriente empuja delante de él, el c*****r de ese congénere al que ha ahogado y que ahora yace sumergido en el fondo, inmóvil e inalterado, excepto en los momentos en que los remolinos le dan una apariencia más