Leti
Sentir de nuevo ese aroma a café de grano y tostadas que solo él podía lograr, era un magnífico despertar. Saber que él estaba ahí, y que podía tener a ese pedacito suyo entre mis brazos, hacía que el comienzo del nuevo día fuera perfecto.
- ¡¡Huele bien!! (grité risueña, sentándome en la cama y sacándolo de su concentración)
Sonrió, sonrojado al haber sido pillado con las manos en la masa… mis ojos estaban clavados directamente en su rostro, en su pecho desnudo… de no haber estado el niño junto a mi probablemente hubiera cedido al impulso de correr hacia él y quitarle el pantalón hasta entregarnos mutuamente, pero por suerte no podía hacerlo. No podía permitirme volver a caer en sus redes, por mucho que sintiera por él.
- ¿Descansaste? (pregunté mientras me ponía un saco encima)
