Días después
—Si es una clase de broma, solo díganlo, pero no juegues con algo tan delicado —si creía que mi mente había colapsado al escuchar esa noticia, el pesado suspiró que él dio me confirmaba que era real.
—Después de enterarme de lo ocurrido con Ragnar y más por la forma en cómo me dieron la noticia, ¿crees que bromearía con algo así tratándose de ti o tu padre?
Estaba desesperado, el aire se había congelado en mis pulmones, mis nervios colapsaron y mi razón no quería funcionar, no podía.
—E-Es que… N-No entiendo, ¿cómo es posible que él…? —mis lágrimas no soportaron solo de imaginar los peores escenarios.
—Aunque tu padre se haya entregado, esto sigue siendo un secuestro y te aseguro que Ragnar y yo estamos al frente de la búsqueda.
—Debo ir… D-Debo… Debo encontrar a mi padre, él no puede morir.
—No morirá, por eso hacemos todo lo posible para hallarlo, pero no ha sido fácil.
—¿Hay algo que pueda hacer?
—Sí, quédate allá y por nada del mundo vengas, no queremos que esta problemática te alcance.
—¡¿Cómo puedes pedirme eso cuando hablamos de la vida de mi padre?! —no quería gritarle, pero estaba desesperado.
—Créeme que tu ayuda serviría demasiado, pero piensa en tu madre, ella no quisiera que nada malo te ocurriese y menos tu padre. Oz nunca se lo perdonaría si algo malo te ocurriese por su culpa.
—Entonces… ¿debo quedarme de brazos cruzados mientras imagino el horror que debe estar viviendo a manos de un psicópata?
—No sé quién es el sujeto, Trav, pero conociendo a tu padre como lo conozco, siento lástima por el bastardo que se atrevió a llevárselo —al fondo, alguien le informó de la llegada de Rag—. Hijo, debo irme, pero te prometo que encontraré a Oz lo antes posible y en cuanto ocurra te llamaré de inmediato, solo te pido que te quedes allá por tu madre. ¿Podrías hacerme ese favor?
—Solo porque no me mentiste ni me ocultaste la verdad.
—Gracias, nos hablaremos pronto.
Pasé cinco infernales días intentando liberarme de la titánica tarea que me pusieron ese trío de oportunistas que, sin importarles el horario de mierda que me impusieron, me obligaron a acercarme a Camille quedando juntos en varios talleres, por suerte Tiff estaba un año adelantada y no tenía que encontrármela en ningún aula. Sin embargo, no esperaba que mi tío Marcus me diera la trágica noticia de la desaparición de mi padre y no fue sino porque lo amenacé con ir que él me contó la verdad, entregándose mi padre como carne de cañón a un hombre que le ayudó con Rag.
En parte dolió que no confiase en mí para esto, no sé si le habría dado la misma solución que ese sujeto, aunque algo habría hecho con tal de ayudarlo, pero él como siempre quiso resolver todo por su cuenta.
Quizás, de ser una persona sensata, obedecería a mi tío evitándole una preocupación a mi madre, pero era la única a quien podía recurrir, por eso la llamé de inmediato contándole lo ocurrido y también le advertí que iría a Londres como sea, por lo que me dio una excelente idea para no enfrentar esto solo.
Así, terminé de empacar mi morral y partí de inmediato a Londres llegando a casa de Walken, pero no la que le conocía, pues no se encontraba en esta, sino en otra cuya dirección fue proveída por mi madre, aunque hay que ver cuán interesante es el destino que justo cuando estaba a punto de tocar el timbre, él abrió la puerta con una caja en la mano a punto de salir, quedando pálido al verme.
—¿T-Trav…? ¿Qué…?
—Necesito que me ayudes a encontrar a mi padre, pero si sabes en dónde está, entonces llévame con él —exigí a sabiendas de que algo tramaba.
—Hijo, no…
—No destruyas el voto de confianza que te tengo porque no te lo perdonaré, Walken, tú y yo sabemos que él está en un grave aprieto y no dejaré que muera —él estaba acorralado sin saber qué hacer, pero yo estaba dispuesto a todo.
—Está bien, ven conmigo —me entregó la caja acomodándose el abrigo—. Mantenla derecha, no quiero que se estropee nada —subimos de inmediato a su auto en un incómodo silencio.
—¿Sabes en dónde está?
—Sí, hace poco dieron con él, pero los Jhonson no saben.
—¿Por qué?
—Así lo quiso tu padre y si quieres los motivos deberás preguntárselo.
—¿Y cómo se encuentra?
—Vivo… —ese tono melancólico no era bueno.
No dije más hasta llegar a un edificio donde nos dirigimos al sótano, no hice preguntas aun cuando fuese extraño, pero las respuestas no tardaron en aparecer cuando a lo lejos escuché la voz de mi padre en compañía de otro hombre, pero no cualquiera, sino el mismo a quien llamó en el hospital cuando recién comenzó esto.
—¡Walken! Menos mal, creí que no llegarías, este idiota quiso dejarme igual que el maldito Frankenstein —reclamó mi padre con fingido fastidio.
—Eso sería desastroso, después no podrías trabajar de gigoló —bromeó Walken haciéndome una seña para quedarme detrás suyo al cubrirme su enorme abrigo en conjunto con su altura.
—¿Por qué la demora?
—Una visita inesperada.
—Espero que la trajeras para compartir, no me caería mal un trabajo oral.
—Quedarás con la boca abierta igual que yo.
Salí de detrás de Walken siendo ahora mi padre quien había palidecido, aunque no fue el único, pues yo quedé igual en cuanto vi las horribles heridas que tenía, su rostro inflamado y ni qué hablar de las suturas que parecían estar hechas de la peor forma.
—¿Q-Qué haces aquí?
—¿Quién es? —preguntó el otro sujeto que no dejaba de detallarme con suma curiosidad.
—¿No lo reconoces? Bueno, considerando cómo quedó su padre, no me extrañaría —cuestionó Walken, a lo que el sujeto pasó de la duda al asombro confundiéndome.
—¿Travis? ¿Eres Travis? —dejé la caja en una mesa ofreciéndole mi mano la cual estrechó sin creer todavía quién era, pero no recordaba haberlo visto en mi vida.
—Así es, y disculpe que le pregunte, pero ¿nos conocemos?
—Lo conociste cuando eras un niño, quizás por eso no lo recuerdas, eras muy pequeño —explicó mi padre tomando la botella, pero enseguida se la arrebaté—. ¡¿Qué diablos?!
—No sé si te dieron medicación, pero no hará efecto si sigues bebiendo y lo sabes.
—¡Ese es mi maldito analgésico, ahora devuélvemelo! —aparté la botella y el vaso comenzando a revisar las heridas sin importarme su berrinche de niño caprichoso—. Estoy bien.
—Yo estoy bien e incluso Frankenstein luce mejor que tú.
—Eso es culpa del imbécil de Borson que no puede hacer bien una maldita puntada.
—¿Borson?
Detallé al hombre notando una cicatriz bajo el reloj que tenía en su muñeca, pero aun cuando su nombre me era familiar, no lograba dar con su imagen en mi cabeza.
—¡Deja de culparme cuando te dije cientos de veces que soy un jodido químico, no un médico!
—¡Como sea! No más alcohol por ahora —intervine evitando más gritos, pues tenía una horrible jaqueca al no dormir bien en casi dos semanas—. ¿Tienes medicación? Porque yo traje de la que me envías.
—En la caja, déjame la preparo —ofreció Walken haciéndose cargo en lo que yo limpiaba a mi padre y apoyado de un sedante tópico, comencé a arreglar las suturas.
—Deja algunas, de seguro Rag querrá hacerlo también.
—¿Vendrá?
—No, iré a la mansión en unos días.
—Es mucho tiempo, si no se arregla ahora se verá peor después.
—No importa, quiero que lo haga —no renegué, pero sí me enfoqué en arreglar las peores evitándole horribles cicatrices a futuro—. ¿Cómo supiste que estaba aquí?
—El tío Marc me explicó lo ocurrido cuando llamé, después le avisé a mamá y ella me sugirió buscar a Walken en otra dirección, aunque…
—¿Qué?
—Nada.
—Trav, no comiences.
—¡Nada, en verdad! —exclamé un poco ofuscado—, solo que estaba resuelto en buscarte, pero me alegra saber que estás… vivo… —mi ánimo decayó y él, como adivinando mi deseo, acunó mi rostro uniéndolo al suyo sin importarle su dolor.
—Estoy bien, mi pequeño, casi no lo consigo, pero dieron conmigo a tiempo.
—Pudiste decírmelo.
—Sabes que no te quisiera ver en el fuego cruzado.
—Lo sé…
Quedé sumido en la idea de perderlo, la agonía que padeció estos días, el dolor que seguirá soportando hasta sanar y, quizás, la tristeza que lo ahogará cada que sienta y/o vea sus cicatrices…
—No llores, mi pequeño, estaré bien —su pulgar limpió la traicionera lágrima que rodaba en mi mejilla y levantó mi rostro dándome una sonrisa llena de seguridad.
—Ella entristecerá cuando te vea.
—Lo sé, por eso no quiero decirle nada todavía o haría hasta lo imposible por venir, por eso te pido que guardes el secreto unos días. ¿Puedes? —resignado, asentí—. Gracias, mi pequeño.
—Hace mucho dejé de ser pequeño.
—Podrás tener ochenta años, ante mí, seguirás siendo mi pequeño petirrojo.
Sí, ella lo cambió todo con su llegada, su cariño, con su manera de explicarme quién era mi padre y qué pasa con él cada vez que salía a explorar solo el pantano donde se consumía día a día, ella, mi etérea Phae, es la conexión entre nosotros.
—Debes estar agotado y necesitas un baño con urgencia.
—Te ayudaré a llevarlo, todavía está débil por la medicación —ofreció Borson enseguida.
Entre los dos lo trasladamos a una bañera donde limpié con cuidado el maltrecho cuerpo del cuervo, Borson preparaba la habitación y Walken hacía un elixir que ayudaría a la inflamación, el dolor e infecciones.
—¿Quién te hizo esto? —pregunté al trasladarlo a la cama tras bañarlo y vestirlo.
—Un idiota que no superaba el hecho de que me cogiera a su hermanastra antes que él.
—¿Todo por una amante? ¡¿Quién lo diría?! —solté sarcástico sacándole una risilla diabólica.
—Ella se ofreció en bandeja de plata y soy un caballero, Trav, no iba a desperdiciar esa suculenta cena tan casta y pura.
—¡Claro que no! ¡¿Cómo se me ocurriría?! —rio con un enérgico descaro al seguirle el juego en mis sarcasmos, pero de nuevo la seriedad se apoderó de mí.
—¿Y por qué acudiste a él?
—Es una historia larga, pero, en resumen, era la alternativa más rápida sin dar explicaciones.
—¿Y yo no podía ayudarte? —acarició mi mano consolando mi susurrante reclamo infantil.
—La mejor ayuda me la diste al cuidar de ella, al sacrificar tus estudios por nosotros y quedándote a mi lado —y así caigo de nuevo en sus migajas de felicidad—. Lo creas o no, me alegra que estés aquí.
—Descansa, papá, me quedaré contigo y después te llevaré con Rag.
—Preferiría que me ayudases con algo más.
—No me separaré de ti —advertí firme haciéndolo reír.
—Es justo lo que quiero, pero más que nada para que me ayudes a preparar una sorpresa, quiero darle un buen momento a mi pequeña después de esta pesadilla —una tonta sonrisa salió de mí al verlo ilusionado.
—Está bien, pero esta noche me quedaré contigo.