Gonzalo
Luego de esa cena, Allison había regresado a su hermetismo. Podíamos pasar tiempo juntos, pero no era tan sencillo lograr llegar a ella. Era como si su cuerpo estuviera aquí, pero su mente no pudiera olvidar lo sucedido.
Sin embargo, me rehusaba a permitir que eso arruinara todo lo que habíamos avanzado. Había trabajado duro en traspasar la enorme barrera que hay entre ella y el mundo, para volver a cero. Por lo que solo encontraba algo por hacer, recordarle porque había llegado hasta allí.
Cuando llegué a casa, había pasado por la florería, comprando tantos girasoles, que dude en como pude subirlos. No solo eso, había pasado por el supermercado, comprando cada alimento que veía. Pero ahora aquí, me puse a escribir notas para cada girasol.
En ellos escribía cada cualidad que veía en Allison, cada característica que me atraía de ella y en más de uno, la frase “no me rendiré”. Porque no lo haría, nada me alejaría de intentar conquistarla.
Una vez que todo estuvo listo, caminé hacia su puerta, con muchas bolsas y las flores en mis manos y presioné el timbre. Sonó una, sonó dos y sonó hasta tres veces, hasta que la puerta apenas fue abierta y su bonito rostro apareció frente a mi.
—Hola Allison, ¿Adivinas que haremos hoy?
—Perdóname, pero hoy no estoy con ánimos. ¿Podemos dejarlo para mañana? —tenía sus ojos rojos, por lo que imaginé que había estado llorando y no podía irme viéndola así.
—Mmm… no lo creo, traje muchas cosas para que cocinemos juntos y no aceptaré un no por respuesta.
—Es la única que puedo darte.
—Eso no es verdad, puedes dejarme pasar, aceptar estas flores y olvidar los problemas mientras preparamos algo delicioso.
—No lo sé, de verdad hoy no es un buen día.
—No me iré de aquí hasta que aceptes.
Ella pareció dudar, mirando hacía todas partes, como si mágicamente pudiera crearse un portal y arrastrarla a un lugar muy lejano. Pero luego de unos momentos terminó dándose por vencida y abriendo la puerta del todo.
—Adelante, tú ganas.
Me adentré, antes de que cambiará de opinión y me enviará nuevamente fuera.
—Gracias, te traje flores. —Se las entregué y llevé el resto de las cosas hasta la cocina.
—Gracias por las flores, perdona si soy grosera, es que en verdad hoy no me siento muy bien.
—Estoy acostumbrándome a que me eches, pero estoy aprendiendo a luchar porque me aceptes.
Ella no respondió, simplemente dejo las flores sobre la mesa y me ayudo a sacar las cosas y acomodarlas en la isla.
Estábamos haciendo esto en silencio, no uno incomodo, sino uno tranquilo.
—¿Qué prepararemos?
—La verdad no tengo idea, no cocinó, casi siempre pido comida a domicilio. —tenia que ser sincero, no tenía idea de que podría salir de esto. —Pero traje bastantes cosas para que podamos ver que logramos hacer.
—No es que yo sepa cocinar, pero he aprendido un poco gracias a los videos de YouTube. Podríamos buscar alguno y seguir la receta. ¿Qué dices?
Yo estaba a favor de cualquier cosa que me permitiera pasar más tiempo a su lado. Si me decía que podíamos preparar una bomba casera, aceptaría sin dudar.
—Creo que es una excelente idea.
Tomé mi teléfono y me dirigí a la aplicación, escribiendo en el buscador: “recetas fáciles”. Pero una cosa era buscarlas y otra diferente encontrarlas, ya que cada una parecía tener su complejidad.
Allison, quien al principio mantenía su distancia se acercó a mi y señaló uno de los vídeos.
—Este se ve sencillo. ¿Qué dices? —La tenía tan cerca, que era imposible que no sintiera el olor de su perfume, era suave y afrutado, simplemente delicioso.
—Perfecto. —Aclaré mi garganta al escuchar como mi voz sonó un poco ronca. —Se ve muy bien.
—Entonces este será.
Comenzamos a trabajar, mientras me encargaba de las verduras, ella trabajaba en la carne y las salsas. No quería admitir que era horrible para esto, pero sin dudas, debía seguir esforzándome en ser mejor policía, al menos tendría más futuro que en el mundo culinario.
¿Quién tardaba veinte minutos en pelar y cortar cuatro papas, una cebolla y una zanahoria? Efectivamente, yo lo hacia.
Estábamos, para mi enorme sorpresa, riéndonos de mi inutilidad en este campo, cuando la puerta sonó y Allison pareció confundida.
—¿Encargaste algo en caso de que esto no funcionará? —negué y tras secar mis manos, me encaminé hacía la puerta.
Al abrirla, me encontré con el hombre que su hermana y su cuñado parecían querer presentarle hace días. Esta vez venia solo, pero por la reacción anterior de Allison, no esperaba a nadie.
—Hola, ¿Esta Allison? —preguntó, sin importarle que hace días me presenté como el novio de esta.
Quería decirle que se fuera a la mierda, que no tenía porque venir y molestar, pero debía escuchar que pensaba Allison al respecto.
Voltee, decidido a buscarla, cuando la vi tratando de esconderse. Solo basto que nuestras miradas chocaran un momento, para ver el terror en sus ojos y tras una leve negativa de cabeza, tuve mi respuesta.
—Esta, pero esta ocupada, por lo que no te atenderá.
—Preferiría escucharlo de su boca. —Si lo que intentaba hacer era provocarme, estaba consiguiéndolo.
—No pierdas tu tiempo y solo piérdete, de lo contrario te buscaré y te meteré tras las rejas por acoso. —cerré la puerta en su cara y fui en busca de la chica.
El primer lugar fue la cocina, donde no se encontraba y cada hornalla se encontraba apagada. Continué hacia su cuarto, donde la encontré, sentada en el suelo abrazando su cabeza, la cual estaba sobre sus pierna.
Verla en este estado era terrible, se veía indefensa, aterrorizada y demasiado vulnerable.
—Allison, ya se ha ido, tranquila. —me acerqué a ella, como si fuera un animalito herido, el cual no confiaba ni en su propia sombra. —¿Por qué te asusto tanto? ¿Ha estado molestándote?.
Si llegaba a responder que sí, bajaría y le haría entender que ella no estaba sola, me tenia a mi para cuidarla.
—Allison, dime algo por favor.
—No quiero que siga viniendo, pero aunque no abro la puerta, no se rinde. Traté de hablarlo con mi hermana, pero solo me gritó que era hora de tener una vida. —no levantaba su rostro, seguía escondiéndolo, protegiéndose. —No sé porque hace esto, pero no quiero conocerlo.
—Creo que es momento de que hablemos. Necesito saber qué fue eso tan grave que sucedió.
—No.
—Allison, ¿Confías en mi? —ella levantó su cabeza y me observo, a través de sus ojos nublados de lágrimas.
—Puede sonar extraño, pero lo hago.
—Entonces necesito que me cuentes.
Ella me observó en silencio, durante varios minutos, antes de finalmente asentir.
—De acuerdo.