Allison
Las pesadillas habían regresado, tal y esperaba que lo hicieran. Es que de nada servía recordar las cosas malas, volver a hablarlas y volver a vivirlas.
Hay cosas que se superan dejándolas atrás, en el pasado, justo donde pertenecen. ¿Para qué traerlas al presente? ¿Para recordar? No. A mi punto de vista es imposible superar de esta manera.
Muchos critican y juzgan mi manera de enfrentar la vida. Pero ¿Qué hay de malo en aislarse? ¿En estar solo?
A veces necesitamos la soledad, el silencio, el sentir que estaremos seguros.
Gonzalo no había regresado, no había llamado ni escrito, pero no era el único, Melody, también parecía haberse rendido. Los comprendía y estaba bien con sus decisiones.
Ahora volvería a vivir mi vida restaurando los cuadros que el museo me pidiera, observando a mis vecinos de enfrente seguir con sus rutinas y volver a ser solo un apartamento ocupado, por una chica fantasma.
¿Lo peor de todo?
Estaba totalmente de acuerdo con ello. Feliz incluso.
Sin embargo una parte de mi extrañaría las locuras que cada día Gonzalo inventaba para hacerme reír. También extrañaría a Melody y su humor bipolar, imposible de seguir.
Tratando de alejar los tristes pensamientos torturándome, caminé hacía mi ventana y observé. Allí estaba Claudia, la loca del fitness, realizando una de sus tan amados ejercicios.
Un poco incentivada hacía la idea de cambiar algo, me puse a tratar de seguirla. Empezaba con un pequeño trote en el lugar, antes de comenzar a realizar sentadillas combinadas con movimientos de brazos.
A los pocos minutos, me di cuenta de que mi estado físico estaba incluso peor que mi vida social, lo que decía demasiado.
Negué y cambié mi punto de observación, ahora veía a la dramática Cloe, gritarle algo a la pantalla de su televisor, antes de sentarse y apretar un pañuelo contra su nariz.
¿Podría alguna vez sentirme así? ¿Meterme tanto en alguna serie o telenovela, sintiéndome mal con el sufrimiento de algún personaje o alegrándome al ver a alguno conseguir aquello que tanto quería?. Tal vez podría intentarlo, aunque para dramas ya tenía mi vida.
Pero fue entonces cuando mis ojos se clavaron en la ventana de Sam. Podía verlo ahogarse, estaba comenzando a actuar como un pez al sacarlo del agua.
No sabía donde estaba su cuidadora, pero no podía quedarme sin hacer nada. Él no podía morir mientras solo me quedaba observando.
Tomando la decisión de dejar mi orgullo a un lado, solo había alguien que podría ayudar, o al menos esperaba que pudiera.
Corrí hacía la puerta, abriéndola de golpe y saliendo al pasillo. No sabía que diría, solo sabía que debería ayudar al pobre anciano cuanto antes. Sin embargo al pararme frente a su puerta, las dudas llegaron a mi, como una repentina lluvia en verano.
Diciéndome que no había tiempo para dudar, toqué el timbre. Para ser sincera no lo toque, sino que lo ataque.
Mantuve mi dedo allí, hasta que la puerta se abrió.
—¿Allison? ¿Algo anda mal? ¿Estas bien? —trató de comprobarme, pero negué. —Dime qué anda mal.
—Lo siento por molestar, pero es que alguien esta muriendo y no puedo quedarme quieta y no tratar de ayudarlo —solté nerviosa, diciendo todo de manera apresurada.
—Allison, cálmate. —Ordenó y asentí fervientemente. —¿Quién esta muriendo?
—El señor en el edificio de enfrente, lo vi por la ventana, esta teniendo un ataque. Vive en el segundo b, por favor, debes ayudarlo, no lo dejes morir.
Mi corazón golpeaba con fuerza contra mi pecho, mientras lo veía asentir y cerrar la puerta tras él.
Empecé a correr, tratando de alcanzarlo, pero al darse cuenta que lo seguía me detuvo.
—No Allison, tú te quedas. Solo mírate, estas desabrigada y no tienes calzado, vuelve al apartamento.
—No puedo, quiero ayudar.
—Me ayudas quedándote en casa. Vamos ve, yo iré y te diré todo luego.
Quería negarme e ir a comprobar al pobre anciano, pero eso solo nos haría perder tiempo. Además, ¿Qué podría hacer allí? No sabía primeros auxilios y no era buena dando ánimos.
Él tenía razón, lo mejor sería quedarme en casa y dejarlo trabajar.
Sin decir otra palabra, me di la vuelta y comencé a volver a mi apartamento y tal vez desde allí vería que sucedía, solo esperaba que mi vecino logrará llegar a tiempo.
Mientras me acercaba a la ventana a observar la escena, como si fuera la cosa más importante que ha estado sucediendo en los últimos tiempos, pude observar al viejo Sam, aún boquear por un poco de aire. Pero unos minutos más tarde, Gonzalo entró con la chica que cuidaba al señor.
Al verla me di cuenta de que ella estaba tomando una ducha, ya que su cabello estaba completamente empapado.
Ambos comenzaron a atenderlo, veía como le realizaban RCP, solo entonces me tranquilice.
No sabía si el hombre viviría, pero al menos mi consciencia estaba tranquila de saber que había hecho algo por él.
Veinte minutos después de que las ambulancias llegaran al viejo edificio gris, al que me encantaba mirar diario, mi puerta sonó y sabía de quien se trataba.
—¿Cómo se encuentra? —Pregunté mientras abrí, manteniendo mi distancia del hombre frente a mi.
Ahora podía observarlo mejor, al estar más tranquila. Lo veía tan relajado, vestido de manera casual, con unos simples vaqueros azul oscuro y una camiseta manga larga negra.
Él lograba mezclarse con la decoración en mi apartamento, donde todo era tan blanco y n***o, solo con algunos colores dispersados en cuadros.
—Estará bien, sin embargo deberá pasar unos días en el hospital.
Imaginé algo como eso. Iba a extrañar verlo allí, pero tenía la confianza en que volvería en poco tiempo, que se pondría mejor.
—Allison. —levanté mi mirada y lo observé. —¿Cómo estas?
—No lo sé, sigo sin creer que te haya contado todo.
—No me contaste todo.
—Te conté todo lo que necesitas saber. Decirte un nombre no cambiaría nada, no se puede volver atrás.
—Te extraño, hoy cuando tocaste y vi tu expresión de terror, creí que algo había sucedido.
—Estaba muy preocupada y no sabía que hacer o a quien acudir. La verdad es que solo confió en ti.
Antes de que tuviera oportunidad de saber que sucedía, él ya me tenía atrapada en un abrazo.
Lo extrañaba, lo extrañaba mucho, esa fue la razón por la cual no dude en aferrarme a él. Lo sostuve como si en cualquier momento se fuera a ir, lo cual sucedería. Él iba a irse, como todos los demás.