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1114 Palabras
Gonzalo Era imposible que logrará engañar a alguien, incluso en la estación ya se  preguntaban la razón por la que lucía tan miserable. Extrañaba a Allison, simple y llanamente,  con sus miedos, con sus inseguridades y hasta con sus malditas negativas. Me había convencido de esperar, de darle tiempo para que pudiera calmarse, ya que la había presionado demasiado. Pero aunque hubo momentos en los que sospeche que algo así pudo haberle sucedido, tener la confirmación era algo diferente. Seguía hirviendo la sangre que corría en mis venas, seguía ansiando ese nombre, como un alcohólico en recuperación ansia un trago. No podía entender como alguien le hacía algo así a quien era su mejor amiga. Como padres y amigos, igual de despreciables, cubrían algo asi, arruinando la vida de una chica de diecisiete jodidos años. —Dime una cosa Allison. —a pesar de no querer soltarla, de sentirme tan bien con ella entre mis brazos, me aleje un poco  —¿Cómo supiste lo que sucedía con ese hombre? Sus ojos me miraron por un momento, cargados de tanto pesar, antes de bajar la mirada y centrarse en el suelo entre a nosotros. Siempre sospeche que Allison pasaba la mayor parte de sus días observando a través de su ventana, como era la vida de sus vecinos de enfrente. —Yo, bueno es que yo… —Los estabas espiando. —Terminé por ella, no queriendo alargar su tortura. —Sí. No es que sea una especie de acosadora, pero  verlos me hace sentirlos como si fueran mi familia. Me preocupan y odio la idea de que algo malo pudiera sucederles. —Sin embargo estas violando su privacidad, ellos ni siquiera sospechan que alguien esta observándolos. Hoy esta practica tuya salvo a alguien, pero sigue sin ser lo correcto. —Eso lo sé, pero están tan solos como yo. —¿A qué te refieres? —Sam, el hombre que hoy casi muere, estuvo solo hasta hace unos días que esa chica llegó a cuidarlo. —Es su hija. Allison, ella se alejo unos minutos de él, estaba asustada. —También lo estaría en su lugar. La familia, la verdadera, la que te ama a pesar de todo, es un regalo valioso y si mi padre estuviera en esa situación, haría lo mismo que ella, me mudaría con él. —¿Eres cercana a tu padre? —No. —asentí, no preguntaría más, no iba a presionarla, no de nuevo. Pero ella continuó de todas maneras. —Él, no esta feliz con mi forma de ser. —No hay nada malo contigo. Ella era perfecta y su padre podía tratar de venir y decirme lo contrario que no le creería. —Lo sé, pero él quisiera que fuera más parecida a Melody. Más sociable, más alegre y no tan, yo. —Él no sabe lo maravilla que eres. Ella  no dijo nada, solo cerró los ojos y suspiró. No entendía mucho de mujeres, pero sentía que esto era algo que necesitaba oír hace tiempo. Allison no busca cumplidos, al contrario, ella no sabe que hacer con ellos cuando se los dices. Pero esta vez necesitaba sentir que alguien no la juzgaba. Con el peso del pasado regresando a aplastar todo lo que ha logrado, sintiendo como sigue quedándose sola, necesitaba ver que alguien sigue sujetando su mano, que no caerá, porque no la soltaré. —Bueno, basta de temas tristes. Usted señorita me debe una cena casera, la última vez nos interrumpieron. —Tú te fuiste. —me acusó. Lamenté esa acción a penas crucé la puerta, desee poder volver a entrar; pero ya había jodido todo y solo debía dejar que las aguas se calmaran. —No volveré a irme, nunca. —por primera vez desde que la conozco, ella sonrió de manera real, antes de tomar la iniciativa y envolver sus brazos a mi alrededor. —Me dolió que lo hicieras, aunque dentro de mi sabía que lo harías. —¿Por qué dices eso? —fui un imbécil al irme, pero no fue su culpa, lo hice al sentir impotencia de no tener al bastardo frente a mi. —Viste todo el equipaje que traigo conmigo. Montones y montones de mierda, que nunca podré quitar de mi espalda. Nadie quiere eso Gonzalo, lo sé, tengo bastante experiencia. —Su mano se detuvo en mi mejilla y me dio una triste sonrisa. —Cuando eliges la soledad, es para evitar que te lastimen, no solo con traiciones, sino con algo mucho más doloroso. ¿Tienes idea de lo mucho que duele que todos te den la espalda? ¿Qué a pesar de estar rodeado de personas, estas solo? Es horrible. Y si de todas maneras te sentirás solo, te aíslas. —Mírame, Allison—tomé su rostro y lo puse frente al mío.  —Ese día no me fui por lo que dijiste, nada de eso fue tu culpa. ¡Por Dios, Allison, no soy un imbécil! Si me fui, fue porque solo pensaba en matar a quien te lastimó, necesitaba su nombre a como diera lugar. —¿No fue por mi? —No. Nunca huiría de ti. —Gracias. —¿Tienes hambre? Porque yo sí. ¿Qué comeremos hoy? —No diría nada más que la hiciera llorar, hoy olvidaría cada problema. —Me gustaría una hamburguesa, con muchas papas. —¿Eres valiente para tomar una cerveza? —Lo soy. —Sonrió e igualé su acción. Esto quería lograr, que sonría. —Entonces siéntate, que llamaré y encargaré nuestra comida. La dejé sentada frente a un viejo cuadro, mientras llamé a un delivery. Había logrado que admitiera que me extraño, que me permitiera pasar tiempo con ella y no descansaría hasta que me confesará el nombre del desgraciado que la volvió alguien tan insegura. Nunca sentí este tipo de odio por nadie, pero era más fuerte que cualquier cosa. Quería tenerlo frente a mi, lastimarlo, hacer que se arrepintiera de tocarla y lo lograría, con paciencia. —Ten. —Allison se acercó a mi, sosteniendo un pequeño sobre. —¿Qué es esto? —Como te dije antes, solo confió en ti y además eres el único a quien le abro mi puerta. —de repente suspiró, mirándome directo a los ojos. —No quiero que me pase algo como a Sam y estar sola. Al sacar el contenido del sobre blanco, una pequeña llave cayó en mi palma. —Así no tendrás que golpear, solo entrar. —Allison, ¿Estas segura? —Sí. Ella no solo estaba depositando una llave en mis manos, estaba poniendo su confianza en ellas y me aseguraría de que no se arrepintiera.
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