Allison
Me sentía muy mal, el dolor en mi abdomen era horrible y no quería levantarme, solo quería quedarme en la cama y abrazar mi manta con fuerza.
Quería volver a dormir y esperar a que los dolores se esfumaran, pero no podía conseguirlo, no con el constante sonido del timbre volviéndome loca.
No pensaba levantarme a abrir, no estaba esperando a nadie y en caso de que se tratara de mi vecino, él tenía la llave y podría ingresar si así lo quisiera.
Cuando el ruido cesó, me calmé y volví a acomodarme, sin dejar de pensar en como el día anterior había logrado asistir a un lugar tan concurrido y no había sufrido un ataque. Eso sin dudas había sido gracias a la compañía de Gonzalo y debía saber lo mucho que le estaba agradecida por ello.
Podía no admitirlo, pero me gusto recordar lo que se sentía estar tranquila y pasando un buen momento como una persona normal. Al menos por ese tiempo, me sentí la antigua yo y no este fantasma que se esconde del mundo.
Llevando mi mirada al cuadro tapado en la esquina de la habitación, sonreí. Me había sentido tan emocionada que no pude evitar comenzar a pintar, queriendo guardar el recuerdo de aquel lugar, donde inconscientemente, tuve mi primera cita con Gonzalo.
La puerta volvió a sonar y maldije, seguía sin querer atender, pero sea quien sea, debería entenderlo. Pero esta vez el sonido de la cerradura, me dejo en claro de quien se trataba.
-¡Allison! ¿Estas aquí? -su profunda voz retumbó en todo el apartamento.
-Sí, aquí. -Respondí y no tarde en oír sus pasos acercarse.
En el instante en el que se detuvo frente a mi, yo seguía acostada en posición fetal.
-Lo siento pero hoy no podremos ir a ningún lado, no me siento bien. -Llevé mis manos a mi abdomen, en el momento en el que una fuerte puntada me atacó.
-¿Te sientes mal? -Asentí. -¿Qué te duele?
-Me duele mucho la panza, siento que moriré.
-¿Por qué no me llamaste Allison? Debemos ir al hospital.
-No, no tenemos que ir.
-¿Cómo que no? Demonios Allison, pudiste haberte contagiado alguna enfermedad. Lo mejor es que un médico te vea. -Casi me rio de lo nervioso que parecía estar, pero como si el karma lo supiera, volvió a atacarme con una puntada más fuerte.
-Tranquilo, no es nada de eso, aunque duele demasiado. Es normal que me sienta así, estoy con cólicos, los cuales son normales en mis días femeninos.
Me sentía tan avergonzada de haberle contado algo así, pero sabía que si no lo hacía, no dejaría de insistir y conociendo lo convincente que era, terminaríamos en urgencias.
No quería mirarlo, tenía la manta cubriendo mis ojos, mientras sentía mi cara arder demasiado.
-Entiendo. Hazte a un lado, déjame un lugar. -pidió y pesé a la vergüenza, me destape y lo observe.
-¿Qué?
No sabía cuales eran sus intensiones y luego de mi última experiencia, me encontraba asustada. Sin embargo, no dejaba de repetirme a mi misma, que confiaba en él, que no me lastimaría.
-Tranquila, no te asustes, solo mientras hablamos.
Aún con un poco de temor, me hice a un lado y él se recostó junto a mi. Uno de sus brazos paso por debajo de mi cabeza y con el otro tomó mi cintura, atrayéndome cerca de él.
Estaba quieta como una piedra, dudando que cualquier movimiento que hiciera fuera para mal.
-Hoy fue un día aburrido en la estación, tuve mucho papeleo por completar y además debí soportar al idiota del hijo del jefe. -mientras hablaba su mano acariciaba mi espalda, se sentía bien y me ayudaba a distraerme y olvidar por unos momentos el dolor. -Chase, así se llama el imbécil, se cree simpático, sin embargo no lo soporto.
-¿Te ha hecho algo? ¿Te molesto de alguna manera?
-No es eso, pero simplemente su personalidad y la mía chocan.
-Tal vez es más parecido a ti de lo que crees y por eso no te cae del todo bien.
-No es eso. Él tiende a creerse más que los demás, sin mencionar que sospecho que tanto él como su padre, están metidos en ciertos asuntos ilegales.
-Lo mejor es que no te involucres en ello, sé por propia experiencia que no debemos meternos con personas más poderosas.
-No haré nada sin pruebas. Ahora cuéntame como ha ido tu día.
-He pasado todo el día en la cama. -confesé.
Esa era la realidad, solo me había levantado para ir al baño y volver. Ni siquiera había probado bocado.
-¿Has comido algo?
-No.
-Allison. -empezó a decir, pero apoyé mi cabeza en su hombro. Me sentía bien así y no quería que se moviera.
-Luego, ahora solo quédate así un poco más. No he logrado dormir mucho, quédate un poco.
-Vine a estar contigo, también estoy cansado, por lo que podría dormir un poco. ¿No te molesta si me quedo?
-No. Yo quiero que te quedes-me acomodé, mientras sentía como el sueño me vencía.
Lo sentí seguir acariciando mi espalda de manera suave, hasta que me dormí.
Al despertar, estaba sola en la cama, pero podía escuchar su voz en la sala. Pocos minutos después, volvió a entrar al cuarto y al verme despierta sonrió.
-Debes comer algo, no me sentiré tranquilo hasta que no lo hagas.
-¿Vas a cocinar?
-No, pero pedí comida, la cual no tardará en llegar.
Aún me sentía bastante adolorida, necesitaba ir al baño con urgencia y asearme un poco, ya que sentía que había dormido por días.
-Ahora iré, pero antes debo ir al baño. -comencé a levantarme, con cuidado, mientras él volvía a la sala.
Me encerré en el baño y abrí la ducha, pensando en que estaba pasando demasiado tiempo con Gonzalo, en que él parecía estar cada vez que lo necesitaba y no sabía como lo hacía.
Para cuando salí, la cena había llegado y él se había tomado el tiempo de ordenarlo todo.
No sabía que había hecho para conseguir conocer a alguien como él, pero lo agradecía.
Sin embargo, me sentía asustada de no poder actuar tan libre a su alrededor, como me gustaría y como sé que él espera que alguna vez lo haga.