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1361 Palabras
Gonzalo No era el único que en este momento deseaba patearle el maldito trasero a Chase, luego de que se marchará, inventando una falsa cita médica, dejándonos con mucho papeleo por arreglar. Había perdido la cuenta de la cantidad de insultos que muchos de mis compañeros habían lanzado a su nombre y no quería comenzar a decir los que en mí mente comenzaban a brotar. —Bueno basta chicos, ya vamos a acabar, no necesitamos la ayuda de ese imbécil. Después de todo solo nos irritaría con sus bromas de mal gusto. —Carol trataba de que nuestros ánimos mejorarán, pero hasta ahora nada lo conseguía. Llevábamos más de tres horas con esto, esperando alguna llamada, aunque sea de una falsa alarma que nos librará de este maldito caos, pero nada interesante sucedía. —No se los demás pero estoy harto de sus malditas excusas, siempre tiene una cita médica o una importante reunión con su padre que lo salva de hacer el verdadero trabajo duro. — comenzó a quejarse Domínguez. — También tengo citas importantes a las que no asisto, como con la decoradora, con la que tanto lucha Mica. —Eso es verdad, he perdido varios juegos de mi hijo, porque nunca puedo tomar tiempo libre. —lo apoyó Romero, quién arrojo la carpeta que tenía en sus manos contra la mesa. —Bueno también me gustaría ir a la peluquería, tal vez no lo ven porque está atado, pero mí cabello es un nido de caranchos. ¿Pero me escuchan quejarme? No, así que tampoco lo hagan. — gruñó Carol, mirándolos con una advertencia en sus ojos. Seguí organizando el caso Danner, uno que había concluido una semana anterior. Edgar Danner, contador de treinta años, que fue encontrado sin vida en su oficina junto a un cartel que decía: “ me lo merecía por rastrero”. Al parecer Edgar no sabía que al trabajar para personas peligrosas como Cristóbal Hernández, no era correcto robarles casi medio millón. Los técnicos habían descubierto dos cuentas en el extranjero a nombre de su esposa, quién aún sigue desaparecida. Sin embargo, Hernández fue capturado, gracias a uno de los videos conseguidos en la florería encontrada justo al frente de la oficina de Danner. Ahora solo debían esperar el juicio, el cual se daría en los próximos dos meses. — Aún no tengo idea de dónde se habrá metido Mara Quinteros, ella sería una testigo clave para este caso, pero es como si se la hubiera tragado la tierra. — comenté, cerrando el expediente. —Seguro ya está muerta. —Romero siempre tendía a decir lo que pensaba, el prefería la sinceridad sobre todo. —Si fuera ella también hubiera huido, ahora solo hay que esperar que intenté sacar dinero de las cuentas. —No creo que lo haga Carol, ¿Tú lo harías en su lugar? —Luego de un tiempo, seguramente. Negué, mientras el timbre de mí teléfono nos silencio a todos. Al ver la pantalla, me sorprendió ver el nombre de Greg en ella. Debí tener una verdadera expresión de preocupación, porque me preguntaron si sucedía algo malo y aunque no lo sabía a ciencia cierta, sospechaba que si, de lo contrario no me interrumpirían en horas de trabajo. —¿Sucedió algo? — pregunté a penas respondí. Está llamada no estaba dándome un buen presentimiento y no me gustaba los lugares a los que mi cabeza está yendo. —Mira, no sé si es correcto llamarte a ti, pero he visto que pasas mucho tiempo con la señorita Müller, por lo que creí que era correcto avisarte. Ya no me importaba estar en la estación, rodeado de algunos de mis compañeros de trabajo, ahora estaba demasiado preocupado por lo que pudo pasarle a Allison. —¿Qué mierda le pasó a Allison? — gruñí con tanta fuerza, que cada mirada estaba en mí. —Todo estaba bien, ella salió a hacer a algunas compras, pero cuando regreso, algunos vecinos del primer piso llamaron para decirme que escuchaban gritos y al subir, me encontré con un hombre sujetando a la señorita Müller a pesar de que ella se resistía. —¿Cómo está ella ahora? ¿Aún está ahí ese infeliz? — como se tratara del tal Thomas, iba a matarlo, no podía volver a perturbar a Allison. Allison comenzaba a permitirme entrar a su vida, dándole una nueva oportunidad al mundo, no podía soportar la idea de que él volviera a aparecer y tirar a la basura todo nuestro avance. Lo peor es que estaba sola, pudo haberle hecho cualquier cosa y no podría defenderla. Sabía que Allison jamás le abriría la puerta, pero tuvo la suerte de encontrarla regresando. —Acaba de desmayarse, ya llamé a urgencias y llegarán en cualquier momento, pero me preocupa que vuelva a enloquecer. —no sabía a qué se refería. —Explícate. —Cuando entramos a su apartamento, comenzó a gritar que ya no quería que la toquen, que no lo permitiría. No me escuchaba, traté de explicarle que solo quería ayudarla, pero estaba en plena crisis, hasta que perdió la consciencia. —Avísame lo que suceda. —deje el teléfono con fuerza a contra la mesa y maldije, necesitaba llegar y comprobarla, sabía que ella me necesitaba. Allison necesitaba ver qué estaba allí para protegerla, que no mentía cuando le dije que quería cuidarla. Demonios, quería buscar y golpear a quien se haya atrevido a tocarla. —¿Gonzalo estás bien? —Carol, estaba tan preocupada que prefirió llamarme por mí nombre y no por mí apellido. —No. Alguien atacó a mi… —¿Qué podía decir? No sabía que demonios éramos. — a alguien a quién quiero y ahora está siendo atendida por urgencias. Estas horas se volverían un infierno hasta que pudiera ir hacía ella, pero no podía dejarlos solos con tanto trabajo. —Ve, nosotros nos encargaremos. —Sí, de cualquier manera no lograrás concentrarte, estarás pensando en cómo se encontrará. —la secundo Romero. —Además nunca has salido antes y siempre nos cubres, ve. Ve a verla. — miré a Domínguez y asentí. No podía seguir soportando la preocupación que solo se extendía dentro de mí. —Se los recompensare, los cubriré cuando me necesiten. —dije tomando mis cosas y comenzando a caminar hasta la puerta. No se cómo demonios hice para llegar al edificio en solo quince minutos, pero cuando quise acordar, estaba estacionando en el mismo lugar de siempre. Bajé y corrí hacia el ascensor, pero al comprobar el retraso, no dudé en correr por las escaleras. Cuando entré en el apartamento de Allison, la encontré siendo atendida por dos paramédicos, pero está al verme, logró librarse de ellos y correr hacia mí y abrazarme. —Él estaba esperándome, no sabía que vendría. —comencé a acariciar su espalda, tratando de que se calmará, pero no parecía funcionar. —Tranquila, ahora estoy aquí y no dejaré que nadie te lastimé. Mientras te revisan, estaré ahí — señalé el lugar donde Greg se encontraba observando —Hablando con Greg. —¿No te irás? —No me iré, me quedaré contigo. Volví a llevarla con los paramédicos y me encaminé hacia el encargado del edificio. —¿Qué sucedió? —Te lo dije por teléfono, el hombre solo la tenía agarrada de los brazos, mientras ella gritaba que la soltará. Cuando me acerqué, le pedí que se retirará y aunque trató de negarse, terminó retirándose. —¿Cuál era su nombre? — solo esperaba que no fuera el tal Thomas. —No tengo idea, no lo dijo. Miré hacía Allison, encontrando su mirada directamente en mí, no la apartaba, solo me observaba cómo si creyera que podría desaparecer. —¿Sucede algo entre ustedes? — suspiré y mantuve mis ojos en ella y no en Greg. —Sucede mucho entre ella y yo, por lo que comprenderás las ganas que tengo de matar a quien la haya tocado. Ella significaba demasiado en mí vida y aunque aún no pusiéramos un título a lo que sea que ocurría entre ambos, ella era mía y Dios sabía que ella me tenía en sus manos.
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