Lucía no tuvo tiempo de dudar antes de que las manos de Vincenzo la agarraran por la cintura y la acercaran a él. Su corazón dio un vuelco y sus ojos se abrieron cuando los labios del hombre se presionaron contra los de ella...
El suelo firme, un segundo antes, se había ablandado bajo sus pies. Un calor recorrió su cuerpo, privándola de toda consistencia.
¿Qué le estaba pasando?
Extrañaba el aire, pero a pesar de eso, una parte de ella quería que este momento nunca terminara. Cerró los ojos y casi se deja llevar por ese placer desconocido, cuando una voz interior la reprendió:
" Ey ! ¡Contrólate! Este beso es falso. Y luego, ¡¿desde cuándo te rindes ante un hombre tan fácilmente?! »
Reaccionando a su propia invectiva, Lucía reunió su mente lo mejor que pudo y trató de escapar de este agarre.
Se puso más firme sobre sus pies y estaba a punto de dar un paso atrás para acortar su contacto, cuando Vincenzo soltó su agarre.
Bajo los aplausos de la asistencia, volvió a esbozar una sonrisa a la joven. Un poco más travieso esta vez.
- Eres una persona muy extraña, soltó su esposo mientras iban al parque grande de la propiedad, para las fotos. En nuestra primera cena, me dijiste que tenías a alguien...
- ¿Y qué me hace una persona extraña?
Él sonríe, antes de detenerse frente a ella y cortarla.
- ¿Cómo puedes decir que estás saliendo con alguien si nunca lo besaste? Ni él, ni nadie, por cierto...
Las mejillas de Lucía se sonrojaron violentamente. Sus oídos se calentaron y su boca no podía articular nada.
¿Cómo podía saber que era su primer beso? ¿Fue tan evidente?
El silencio y la aparente inquietud de su esposa confirmaron los sentimientos de Vincenzo. Luego, con una satisfacción como pocas veces había tenido, continuó:
- Entonces, si entendí bien, soy tu primer amante…
Fue demasiado para Lucía, que se volvió francamente roja. Este tipo sucio, no feliz de haber tomado su primer beso, vino a burlarse de ella abiertamente.
¿Quién se creía que era?
Una ira, dirigida primero contra ella misma, la hizo apretar la mandíbula y los puños. Miró a Vincenzo, que parecía disfrutar de la situación.
Ella hubiera gustado tanto decirle lo que pensaba de su comportamiento, pero ella era de ese tipo, que las grandes emociones enmudecen.
La sesión de fotos prolongó un poco más su calvario. La cercanía y las miradas, que la pareja tenía que fingir frente al fotógrafo, le resultaban cada vez más insoportables.
Lo único que logró calmarla un poco fue el paisaje.
Un espléndido parque con setos recortados dispuestos simétricamente alrededor de un gran estanque. En este último, un conjunto de cuatro fuentes de mármol enfrentadas.
Las flores vinieron a alegrar los espacios verdes aquí y allá. Con los ojos demasiado ocupados contemplando lo que la rodeaba, finalmente olvidó su mal humor.
Durante la recepción, la presentaron a grandes nombres de Italia: empresarios, aristócratas, algunos de los cuales eran sus primos lejanos, políticos...
Vincenzo le había explicado, paso a paso, las funciones de cada uno.
Lucía escuchó atentamente, diciéndose que durante ese año asumiría la función de Madame Caruso, de soltera Vittorini. Las obligaciones mundanas que iban con su estado serían numerosas, por lo que también podría saber dónde estaba pisando.
Después de observar a todos los invitados durante mucho tiempo, una cosa le sorprendió.
Ella termina diciéndole a su esposo:
- ¿No he conocido a ningún m*****o de tu familia? Además de tu abuelo.
- No hubiera sido apropiado que estuvieran hoy aquí, le explicó con una naturalidad que la hizo reaccionar.
- ¿Cómo puedes decir eso? La joven se ofendió, frunciendo el ceño. Esta es tu familia...
- En su mayoría son miembros destacados del inframundo, espetó, llevándose el vaso a la boca con indiferencia.
Ella debe haber oído mal. Solo puede ser eso. Buscó en la mirada helada de Vincenzo la más mínima broma, pero nada.
- ¿A qué te refieres con miembros del in...
El hombre miró divertido a su esposa que parecía estar descubriendo los lados oscuros del clan Caruso.
- Escuchaste muy bien...