Las condiciones del contrato

621 Palabras
Las condiciones del contrato "¿Qué quiere decir con "tú empezaste"? Con los ojos empañados por las lágrimas y la frente arrugada, Lucía intentaba encontrar respuestas en la expresión indescifrable de Vincenzo. Y justo cuando estaba a punto de pedirle una explicación, él depositó otro beso en sus labios. Esta vez suave y breve. Realmente no entendía a aquel hombre. La ignoraba la mayor parte del tiempo, cuando no la trataba como basura, y ahora montaba una escena como lo habría hecho un marido de verdad. Sin saber muy bien qué hacer con la situación, y demasiado agotada para volver a enfrentarse a él, se contentó con permanecer en silencio. Vincenzo se puso de nuevo en marcha, mientras ella se acurrucaba en el asiento, con los ojos aturdidos. Ni siquiera quería saber adónde la llevaba, sólo quería paz en ese momento. Paz para pensar. Salieron del centro de Milán en un ambiente muy extraño. Lucia ya no se atrevia a mirar a Vincenzo, pero sentia que se giraba de vez en cuando en su direccion. Fingió que no había pasado nada y volvió la cabeza hacia su ventana. Arrullada por el ronroneo del motor y la carretera que pasaba frente a ella, acabó durmiéndose como una roca. Sin duda estaba agotada... Lucía sintió que los brazos de Vincenzo la agarraban y la levantaban suavemente de su asiento. Quiso abrir los ojos y protestar, pero estaba demasiado adormecida por el sueño. Eso y el hecho de que, a pesar de todo lo que estaba pasando entre ellos, no podía evitar sentirse bien entre sus brazos. Era como si su cuerpo hubiera encontrado su verdadero lugar, acurrucado contra aquel hombre, sintiendo su calor y oliendo su aroma. Si tan sólo él pudiera ser diferente. Oyó que abrían una puerta, probablemente un empleado, a juzgar por la entonación formal de la voz. Subieron un largo tramo de escaleras, luego otra puerta... Lucía no sabía dónde estaban exactamente, sólo que estaban solos en aquel lugar. Su corazón empezó a latir más deprisa y su respiración se entrecortó. Después de unos diez pasos, Vincenzo la tumbó suavemente en una cama. Sintiendo el peligro, sus instintos se apoderaron de ella. Presa del pánico, intentó incorporarse: _ ¿Qué...? _ No tengas miedo -la tranquilizó Vincenzo-. Estamos en casa. "¿Estamos en casa? repitió Lucía para sus adentros mientras examinaba la gran habitación en la que se encontraban. _ Te quedaste dormida de camino aquí -explicó él-. No quise despertarte y te llevé hasta nuestra habitación. _ A casa, a nuestra habitación -dijo la joven, que no estaba acostumbrada a oírle utilizar esos términos-, pero ¿qué le pasa? ¿Sufre un trastorno de personalidad múltiple o se está burlando de mí? Sólo podía ser eso. Se había dado cuenta de que ella sentía algo por él y había decidido jugar con ella; quizá incluso aprovecharse de la situación. ¿Era tan cruel este hombre? ¿Había sufrido por una mujer y había decidido hacer pagar a todas las demás? "Si cree que voy a dejarle seguir con su jueguecito conmigo, está soñando. _ ¿Sigues enfadada por el beso de antes? le preguntó, sintiendo que se ponía rígida y viendo cómo cambiaba su mirada. Ella apartó las manos del hombre, que seguían posadas sobre ella, y replicó con voz seca: _ Te permites cosas que van más allá de los términos de nuestro contrato, señor Caruso. Él arqueó una ceja divertido. _ Ya te lo he dicho, fuiste tú quien empezó -luego, al ver que ella no entendía, se inclinó sobre ella y continuó-: A la vuelta de Venecia, me montaste una escena de celos y, mientras yo estaba inconsciente, me besaste sin ningún pudor...
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR