De vuelta en París —Sí, ¿hola? —¿Josie? Soy Lucía… —¿Lucía? ¿Cómo estás, mi vida? ¿Has cambiado de número? No reconozco… —Josie. Ven a buscarme, por favor… —¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Estás llorando? Lucía respiró hondo para intentar controlar la emoción que ahogaba su voz. Luego continuó: —No, es solo que… —Dime dónde estás —preguntó Josie, que comprendió que algo andaba mal con su amiga. El aeropuerto estaba vacío, a diferencia de la vez que ella había estado allí. Filas de asientos de hierro la miraban y las luces frías le cansaban los ojos. Todavía no sabía cómo había logrado mantenerse de pie casi dos días seguidos, sin comer ni dormir. Acababa de hacer un recorrido digno de los combatientes en tiempos de guerra. Había viajado de Taormina a Palermo y había tomado un vuelo en