El esperado regreso
- ¿Sabes qué día será el próximo sábado? le preguntó Giuliani a Lucía mientras terminaba un boceto de su perfil, sentada en el pequeño fumadero del hombre.
-El 27 de septiembre", respondió ella tras pensárselo un segundo.
_ Exactamente, el 27 de septiembre. ¿Y quieres saber qué significa esa fecha?
Dejó el lápiz sobre el papel, pensó un momento y sacudió la cabeza.
_ No lo sé, no.
_ Es mi cumpleaños, jovencita. Es mi cumpleaños y, como todos los años, le pido a mi nieto un regalo especial. Por supuesto, por piedad filial, nunca me niega nada, desde que era niño. Todos los años volvía con un boletín de notas perfecto, no para complacer a sus padres, que en paz descansen, sino porque yo se lo había pedido como regalo. Este año se ha casado contigo y, como persona que comparte su vida, vas a tener que participar en este ritual familiar.
_ Estaré encantada de hacerte un regalo, pregúntame qué te gustaría...
_ Me alegra ver que te implicas con tu marido -dijo-. Cuando vuelva, os lo propondré a los dos -dijo el anciano, reclinándose en su silla y dando una calada a su puro.
_ Entonces esperaré -sonrió ella ante la expresión solemne de su rostro.
_ ¿Y este dibujo, avanza ? preguntó con curiosidad, al cabo de un momento.
_ Está casi terminado. Sólo faltan las sombras y algunos detalles.
_ Hm, Fabián me ha dicho que conociste a un famoso galerista durante la noche de la inauguración.
Lucía se sonrojó de cintura para abajo; Vincenzo tenía razón, su primo era demasiado hablador. Se preguntó qué le habría contado a su abuelastro.
_ Sólo tuve una pequeña charla con él en la galería -explicó, avergonzada.
_ ¿Le has dicho que dibujas?
_ Sí. De hecho, se ofreció a enviarme algunos bocetos para que les echara un vistazo, pero no es que yo sea una artista de verdad. Prefiero no hacerle perder el tiempo.
Giuliani echó el humo al aire antes de volverse hacia ella, un poco sorprendido. Su nuera no era una artista reconocida, desde luego, pero su trazo a lápiz era insuperable. Le resultaba extraño que se negara a vigilar su trabajo con profesionalidad.
_ Sabes, mi niña, no hay nada que te impida enviarle uno o dos dibujos y, en mi humilde opinión, sus críticas informadas serán muy bien recibidas. Buenas o malas, sólo pueden ayudarte a mejorar.
Lucía volvió a respirar; él no sabía la escena que su nieto le había montado a aquel hombre. Tampoco podía decirle que la razón por la que no le enseñaba sus dibujos era para no empeorar las cosas con Vincenzo.
Roberto comprendió su dilema cuando consiguió hablar con él por teléfono.
_ Tienes razón, lo pensaré -asintió pensativa.
La víspera del cumpleaños de Giuliani, Vincenzo llamó para decirles que había aterrizado y que pronto regresaría con Fabián. Lucía no pudo ocultar su alegría.
Para demostrar que estaba a la altura de su papel de nuera, le pidió a Marta que le dejara preparar la cena.
_ No te digo que no -dijo con su vozarrón la mujer de unos sesenta años, encargada de la cocina de los Caruso-. Pero hay una condición. Te ayudaré para que todo salga lo mejor posible.
_ Ya sabes que cocino desde que era joven -la tranquilizó Lucía-. Pero entiendo que quieras asegurarte de que haya algo comestible en la mesa.
Sin esperar, se lavó las manos, se puso el delantal y se puso manos a la obra...
Acababa de apagar el fuego de su último plato, cuando oyó acercarse un potente motor.
_ Será mejor que te cambies -dijo Marta, empujándola hacia la salida-. No puedes recibir al señor en este estado.
_ Sí, está bien, iré _ ....
Sin perder un segundo, subió las escaleras traseras contiguas a la cocina y se dirigió a su dormitorio. Se metió en la ducha y se puso ropa limpia.
Vincenzo conversaba con Giuliani y su primo cuando ella entró en el salón. Fabian, a quien no había visto desde la fiesta, fue el primero en levantar la vista.
_ ¡Mira quién está aquí! Mi prima favorita", exclamó con una sonrisa.
_ ¿No exageras un poco?", se templó Vincenzo, que siempre lo encontraba demasiado voluble en presencia de mujeres.
_ ¿Cómo voy a exagerar? Es, con diferencia, la persona que mejor me entiende, así que es natural que se convierta en mi prima favorita. No te pongas celosa.
_ Hola, Fabián -le sonrió al alegre bromista-. ¿Qué tal el viaje? preguntó tímidamente a su marido.
_ Muy bien, nuestro vuelo transcurrió sin incidentes.
Giuliani, que tenía ganas de fumarse un puro, se escabulló y dejó a los jóvenes solos.
La conversación iba bien y el dinamismo de Fabian aligeró rápidamente el ambiente algo cargado de la reunión.
La felicidad de la joven en ese momento era realmente indescriptible. El intercambio de miradas, una mano en su espalda, ese aroma embriagador... era el tipo de química que comparten las parejas de todo el mundo. ¿Cómo se las había arreglado sin ella hasta ahora?
_ Sabes que Roberto Lombardi me habló de ti -dijo Fabián con la mayor inocencia posible-. Me dijo que habíais estado hablando de arte juntos y que él se había ofrecido a enviarle tus bocetos. ¿Lo hiciste?
_ Eh, no -tartamudeó ella, sin atreverse ya a mirar a su novio-.
_ Pero me dijo que había hablado contigo por teléfono -insistió él, para gran desesperación de la joven, que estaba abatida por dentro.
_ Yo... sólo quería disculparme con él, y decirle que no iba a poder enviarle ningún dibujo -explicó al sentir la mirada hostil de Vincenzo sobre ella.
Ya veo -dijo el joven, percibiendo el cambio de humor de su primo y comprendiendo que algo había ocurrido aquella tarde.