Horas más tarde Mi piel recibe los rayos de sol con entusiasmo mientras camino hacia él con mi traje de baño de dos piezas color blanco y me sonríe desde adentro de la piscina. —Ufff… guapísima —dice haciéndome sonreír—. ¡Vuelta, vuelta! —pide entre aplausos y rio. —Creía que ya habías visto cada milímetro de mi cuerpo hace un momento —comento y sonríe. —Me lo aprendí de memoria, pero nunca tendré suficiente de tu belleza —se defiende haciéndome reír. —Poeta y todo… —digo y por el puro gusto de complacerlo, giro en mi propio eje dejándolo verme como tanto quiere y cuando vuelvo a estar de frente, llevo mis manos a cada lado de mi cintura—. Creo que es mejor que memorices bien mi cuerpo, porque cuando quede embarazada, de seguro engordo como cien kilos y no me reconocerás —me quejo y