Eran cerca de la una de la mañana cuando Arthur vertió vino en las copas que descansaban en la mesa de noche. Así que me apresure a ir a su lado, solo que mientras rodeaba la cama para llegar a mi lugar, su mirada me observó con mucha atención, quizás desde la forma en que caminaba hasta las curvas de mi cuerpo. Me miro como si quisiera devorarme y aunque ya lo había hecho, probablemente lo haría de nuevo, puesto que hacía mucho tiempo que Arthur no lo hacía y sabia lo deseoso que había estado por probarme, así que cabía la posibilidad de que se hubiese abstenido mucho en nuestra primera vez juntos, simplemente porque sabia que me dolería y quería evitarme un mal sabor de boca, pero ahora que había dejado de ser virgen, tal vez ya no tendría ninguna compasión de mí ni de mi pobre entrada