—Te enamoraste ¿Cierto?—dijo mi padre de pronto, así que levante la mirada de aquellas repulsivas fotografías. —¿En qué diablos te has metido?— protesté, aunque tal vez la pregunta correcta era: ¿En qué diablos te has convertido? —Tengo muchos negocios—se levantó de su sito, dejando el vaso de vidrio sobre la mesa frente a él.—no todos salen bien, así que siempre hay que tener algo de respaldo, Christine. —¿Entonces eres un tipo de mafioso o algo parecido?—cuestione tomando las fotografías para arrojarlas lejos de mí. —No exactamente, hija— me sorprendió el cómo se había atrevido a decir la palabra "Hija" en su oración. Estaba sorprendida y al mismo tiempo asustada, aunque ya no exactamente por la razón por la que le tenía miedo. Había descubierto que mi padre no era exactamente un bu