—¿Y mi madre?—me animé a preguntar, aun sabiendo que muy probablemente me diría una mentira. Él sonrió y desvío la mirada como si estuviera recordándola. —Las cosas entre tu madre y yo no funcionaron, ella simplemente un día se fue y no volvió—expreso con burla. —¿Se fue o la mataste?—me atreví a reprocharle, cosa que en realidad no le agrado, puesto que me dirigió una mirada mordaz. —Se fue—afirmo con un tono serio— si murió, eso fue cosa del destino. Le dije que si se largaba y hacía su voluntad, alguien alla afuera estaría esperándola para cobrar todo lo que debia. No me hizo caso y paso lo que tenía que pasar. —¿En dónde esta ahora?—tenía muchas preguntas, pero sabia que no podía confiar exactamente en la palabra de ese hombre; sin embargo, si había algo que yo podía necesitar de