—Adorable decoración— expresé para romper el silencio incómodo de la habitación y fingí observar a mi alrededor, el suelo en aquel lugar era n***o y al igual que el piso de todo el lugar, reflejaba todo lo que ahí se encontraba como los sofás de cuero, los estantes con libros y las singulares y extrañas esculturas de dos tigres negros que miraban con furia a quien sea que se atreviera a entrar a esa oficina. Mi padre no respondió, se quedó en silencio, mirándome de la misma forma en como lo hizo el día en que me ordeno casarme con Arthur. Era una mirada fría y desoladora que demostraba el nulo cariño que había sentido por mí, quizás ni siquiera me consideraba su hija, nunca lo hizo. Lo vi levantarse de su sitio, llevaba puesto un traje blanco muy ostentoso, parecía que venía de algún eve