Capítulo 4; Entre la espada y la pared.

1142 Palabras
Estás llamando al número de... Cuelgo la llamada con bastante molestia y no puedo evitar llorar por cuarta o quinta vez en todo el maldito día. No he podido ser capaz de dormir por la incomodidad que representaba ver a Caleb sin camisa frente a mí. Y cuando se puso a mi lado en la cama y me abrazó, todo se fue al carajo. Después de la escena en el baño con Alison, Caleb me ayudó a levantarme y me dirigió a la cama. Alison salió de la habitación no sin antes mirarme como pidiéndome que no dijera nada, yo fui incapaz de dejar de mirarla por qué me acaban de poner entre la espada y la pared. No quiero hacer sufrir a Alison por el miedo de perder a su hijo, pero tampoco me siento capaz de fingir ser la esposa de Caleb. —¿Esta todo bien? –cuestiona la voz de Caleb. Yo en automático me giro para responder pero me arrepiento al ver qué solo una toalla cubre cierta parte de su cuerpo. —¡Vístete Caleb! –pido desviando la mirada de él– ¿Cuál es tu afán de pasearte sin ropa? —Es mi habitación, nuestra habitación, además no es como si jamás me hubieses visto sin ropa. No es un delito Maya. Un hueco se me forma en el estómago, no puedo seguir con esto. Mi cuerpo se tensa cuando siento sus manos sobre mis hombros. —¿Esta todo bien? ¿Tratabas de hablar con Mia? —S-sí. —¿Y tuviste suerte? —No, no mucha. —Por cierto, ¿a qué número le marcas si ella te dejó su teléfono? –cuestiona y yo me quedo paralizada. No puedo decirle que llamo al celular de Maya porque se supone que lo perdió. —Tenia un teléfono alternativo, pero tal parece que no lo está usando justo ahora. Ya me llamará. –digo y camino lejos de él. —Hay un lindo vestido para ti en el armario. Llegó justo cuando estabas en Nepal. ¿Irás con la maquillista de siempre? —Eh...no, está vez iré con tu madre. Caleb frunce el ceño y se acerca a mi. Toca mi frente y mejillas antes de reír un poco. —Veo que Nepal fue un buen viaje. Jamás creí oír esa frase y menos viniendo de ti. –asegura y se aleja buscando su ropa–, pero me alegra bastante que ustedes dos dejen de pelear. Espero que en algún momento me toque ver el cambio hacia mi. »Y no creas que es reproche o presión, solo me gustaría que los tres estuviéramos bien. Han sido seis meses de peleas y realmente no quiero hacerlo mas. —Entenderia si quisieras dejarme. —¿Dejarte? ¿Por qué querría dejarte, Maya? Solo un tonto renunciaría a ti, a una mujer como tú. ¿O es que aún sigues pensando que soy repulsivo y poco merecedor de ti? –cuestiona y puedo ver un rastro de dolor en sus ojos. —Yo no... —No sería la primera vez que lo dices, aunque realmente no entiendo porque. He tratado de ser complaciente pero tú simplemente no te dejas querer. —Fue una boda arreglada, ni siquiera sé quién eres. —¡Tampoco me has dado la oportunidad de enseñarte quien soy! –dice con firmeza–, siempre gritándome y a la defensiva. ¿En qué momento te muestro quien soy en realidad, Maya? »Desde el primer día solo gritas, maldices, haces rabietas, eres grosera conmigo, y créeme que eso no me afecta tanto, pero que lo seas con mi madre, ella que solo ha hecho hasta lo imposible por que estés cómoda y bien, ¿no te parece que es excesivo? —¿Te has puesto a pensar en como me siento yo con todo esto, Caleb? No es fácil para mí estar aquí jugando a la esposa feliz. –suelto y pronto me doy cuenta de lo que he dicho. —¿Tan mala es tu vida conmigo? ¿Dime qué rayos me hace falta? ¡Ni siquiera hemos podido consumar nuestro matrimonio! —¿Qué? –cuestiono más que sorprendida porque eso no fue lo que mi hermana me dijo. —¿Ahora vas a fingir demencia? Mira, el sexo no es algo que quiera experimentar sin tu consentimiento, te he respetado por seis meses y lo haría incluso por seis meses más. »Porque no solo quiero follar y ya, quiero poder hacerte el amor, no eres un objeto, eres mi esposa, la mujer de la que estoy enamorado, y no mereces menos. Caleb toma su ropa y sale de la habitación que compartimos, no azota la puerta o maldice antes de irse. Simplemente se va dejándome con un sentimiento de confusión y culpa. ¿Que tan ciega estuve todo este tiempo? ¿Hasta donde llegaron las mentiras de Maya con respecto a su esposo y su suegra? ¿Tanto es mi amor por ella que hasta yo caí en sus mentiras? Dios mío, perdona mis acciones, perdona mis mentiras, pero sobre todo perdonala a ella porque yo no creo que pueda. *** —La familia Harrison. –saluda un hombre de avanzada edad con gusto hacia nosotros–, es un placer contar con su presencia está tarde, Valentina estará feliz de verlos. »señora Harrison, hoy luce más que espectacular, ese color le sienta muy bien. —Que adulador te vuelves cuando bebes margaritas sin alcohol Pietro, pero el título hace tiempo que pasó a ser de Mi...mi nuera, Maya. —Y es una mujer igualmente espectacular. Pero pasen por favor, su mesa los espera. Compartirán mesa con los Valverde, espero no les moleste. —En absoluto, gracias por la invitación. Entramos al gran salón decorado con opulencia y brillo, yo naturalmente voy del brazo del que se supone que es mi esposo, y aunque es algo incómodo sé que Alison me ayudará con esto. —Querida, ¿me acompañarias al tocador? —Ckaro que si, Alison. Me suelto del brazo de Caleb con más prisa de la que quería aparentar, doy apenas dos pasos cuando soy jalada hacia su cuerpo y sus labios tocan los míos en un beso lento. Yo me separo con sutileza porque sé que hay muchos ojos puestos en nosotros. —Tus mejillas están muy rojas. ¿Estás bien? –pregunta pero su tono es divertido. —Hay mucha gente aquí Caleb, todo el mundo nos vió. —Y seguramente hasta fotografías habrá de nosotros, así que te recomiendo que solo disfrutes está noche. ¿De acuerdo? —Bien. –respondo sin ánimo y camino hasta donde se encuentra Alison. Su mirada me lo dice todo, está apenada por lo que acaba de pasar, y espero que lo suficiente para evitar que vuelva a suceder.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR