La lluvia cae con fuerza mientras Caleb y yo seguimos en la cama, envueltos en una ligera frazada que olvidó aquí la última vez que vino a supervisar las cosas. Cabe mencionar que yo ni siquiera tengo frío, pues entre sus brazos todo es calidez y amor. —Podría pasar mi vida entera así a tu lado. —¿Desnudos y con una frazada que no nos cubre ni la mitad del cuerpo mientras llueve a mares? –cuestiono logrando que ría libremente cosa que me llena el pecho de emoción —Yo no tendría problema con eso. —Claro que no, eres un sinvergüenza. ¿Acaso crees que voy a permitir que te pasees por ahí sin ropa toda la vida? Por supuesto que no. No les voy a dar el gusto. —¿A quienes? —A todas esas mujeres que te comen con los ojos allá afuera. —A mi no me interesa ninguna mujer que no seas tú