—¿Cómo va la relación con tu madre? —el psicólogo me mira detenidamente con su cuaderno en su regazo y el lapicero en su mano derecha. —Parece ir mejor. Después de que regresamos a Madrid del suceso, fue difícil sobrellevarlo. —¿Has tomado tus pastillas? Asiento. Después de que Dante me trajo a casa, me tomé un par. —¿Algún chico en tu vida? No quiero decirle de Dante. —No. No hay nadie. Solo mamá y yo. Asiente y escribe algo. —¿Crees que vas a dejar de depender de esas pastillas alguna vez? —No sé. Eso espero, no quiero vivir toda mi vida dependiendo de ellas cada vez que tengo un ataque de ansiedad o pánico. —Me parece bien. ¿Has intentado hacer ejercicio? —Soy una perdedora en el ejercicio. Sonríe. —Lo serás, si no lo intentas. —Es enserio. —¿Haz pensando que carrera e