Sentí que él alma me volvió al cuerpo al escuchar la voz firme y molesta del señor Kang, nunca me había alegrado tanto de que llegara a la oficina y tampoco nunca antes lo había visto tan cabreado por algo.
Pero entendía un poco su coraje, su hermano era una fichita de lo peor.
—¿Qué carajos crees que haces?—Preguntó él señor Kang sujetándome del brazo y escondiéndome detrás de él, no pude sentirme más emocionada por aquel rápido movimiento de su parte, mientras que yo solo sujetaba mi camisa con mis manos temblorosas y mi estómago a punto de salirse de mi garganta por el miedo.
El señor Si-Wan sonrió descaradamente sin demostrar miedo o arrepentimiento por lo que me había echo.
—Ella dijo que tenía calor, yo solo le ayudaba, no tengo la culpa de que las mujeres quieran desvestirse fre
