El fuego cubrió toda la habitación de Matilde. El lugar donde había pasado su infancia, la mayoría de sus noches, donde había soñado, creado, llorado y ahora estaba cubierta de llamas por todas partes. ―¡Se supone que ninguna de las dos tendría que enamorarse! ¡Se supone que vivirías lo que yo viví! ― Expresó su madre. Matilde comenzó a toser con el humo que inundaba el lugar. Caminó hacia el balcón trató de abrir la puerta pero le era imposible. Estaba completamente cerrada. ―Maldito el día en que ese niño se apareció en tu vida… ¡Maldita la hora en que tu padre fue tan bueno! ―¡Maldita la hora en que mi padre se enamoró de ti! ¡Lo engañaste! Pensaste que viniendo a esconderte acá dejarías todo lo que hiciste atrás… Pero no fue así ¡eres cruel y despiadada! Y en algún punto todo