William —Sobrevivirá—anunció el medico. Inevitablemente dirigi la mirada hacia el cuerpo de mi esposa dormida. Le habían suministrado un fuerte medicamento para poder atender su herida sin la necesidad de provocarle más dolor. Contemple su rostro, su piel blanca ahora estaba bronceada y sus labios rosados hoy estaban resecos. Sus manos que siempre estuvieron acostumbradas a la vida en el campo, tenían callos sobre las puntas de sus dedos, ahí vi muestras del cambio de mi pobre esposa. Había sangre, del enemigo por supuesto, sus manos habían sido mancilladas por la sangre del enemigo. Helena tuvo que tomar un desicion muy importante para ella, decidió blandir una espada y pelear por lo que era justo, pero jamás creí que una chica silvestre como ella, una reina, podía lograr tener la vale