Capítulo 4 - No sólo son dos

2137 Palabras
[QUENTIN] Días después: Enero 15 Después de tantas buenas noticias y de unos días más de separación para poder asimilar los nuevos cambios, es necesario que Keira y yo nos sentemos a hablar con un poco más de seriedad, nos pongamos al día con respecto a nuestros pasados y lo que ahora tenemos en común, su padre. Sé que tanto Isabel como Dane tomaron la noticia de buena manera, incluso Isabel hizo la broma que sería chistoso que ambos bebés nacieran el mismo día ya que sería genial que yo tuviera un bebé y un sobrino o sobrina al mismo tiempo y que hasta Keira y ella pudieran juntar fiestas de cumpleaños. Me dio un poco de gracia que dijera todo eso pero, a la vez es una señal de que este nueva noticia es bien aceptada por todos y que no habrá problemas ni intereses de por medio, al menos entre nosotros todavía toca hablar con Gabriel el padre de Keira. A mí, aún me cuesta creer que mi padre no haya sido mi padre biológico y que ahora vaya a conocer a toda una nueva familia que creció lejos de mí sin que yo supiera. Así, con todo esto en mente, bajo de la camioneta en frente del edificio donde Keira tiene las oficinas de su empresa. Me arregló las mangas del saco y me acomodo la corbata antes de entrar. ―Espérame cerca ― le digo a mi chofer― no sé cuánto vaya a tardar así que puedes descansar. ―Si señor Valois― me responde él muy formal y luego regresa a la camioneta. ―Recuerda― le comento antes de que arranque― siempre atento, cualquier cosa… ―Le aviso― complementa la frase y arranca la camioneta para irse. Antes de entrar tomo un suspiro, recuerdo que la seguridad está completamente con Isabel, Lea y Adelaide y que cualquier situación me avisarán igual. Entro al edificio y en seguida un policía me aborda y me pide hacer un escaneo de todo el cuerpo, yo coopero sin ningún problema. ―¿A quien viene a ver? ― pregunta viéndome a los ojos. ―Viene a ver a la Señora Olavarría ― interrumpe una voz detrás del guardía y cuando él se hace un lado veo a una señorita regalándome una sonrisa ― soy María Estebanez, la asistente de la señora Olavarría, me pidió que estuviera al pendiente de su llegada, ¿me sigue señor Valois? ― habla con seguridad enseñándome el camino con la mano. ―Por supuesto― respondo y sin más camino a su lado hacia el elevador que nos llevará a la oficina de Keira. Los dos vamos en silencio mientras ella de vez en cuándo me ve por el rabillo del ojo. No sé si esté tratando de encontrar algún parecido entre Keira y yo o simplemente hay algo que le atrae de mí que le da curiosidad. Cuando las puertas del elevador se abren ella sale primero y va hacia la oficina de Keira. ―Señora Olavarría, el Señor Valois está aquí― le anuncia. ―Gracias Maria, Quentin, pasa por favor― Me pide y la mira ―Que nadie nos interrumpa, solo tráeme la correspondencia cuando llegue, estoy esperando un contrato muy importante que tiene que llegar firmado en un momento― Le indica y la mujer simplemente asiente para después retirarse subiendo una vez más al elevador ―Sabes, no suelo usar esta oficina, normalmente uso la que está en el primer piso, me gusta estar cerca de los empleados, pero creí que era bueno estar lejos de todos hoy para poder hablar bien de todo lo que está ocurriendo― Me explica mientras que camina por este piso que es completamente una oficina con sala de juntas incluida y una vista espectacular a la ciudad a través de todos los cristales que conforman sus paredes. Le regalo una sonrisa y la miro a los ojos, aún no puedo creer que sea mi hermana sin embargo, estoy seguro de que ya la quiero como una ― ¿Cómo vas con los malestares del embarazo? ― pregunto mostrando un poco más de interés en ella que en la situación de la reunión. Ella sonríe ―Sabes, pensé que no me iría peor que con Dake, pero ¿adivina que? me equivoque. Pobre Dane lo estoy volviendo loco con antojos raros, náuseas, y mareos, solo espero que pase pronto porque sino me pedirá el divorcio― Bromea. ―A Isabel le va genial, sin nauseas y mareos pero adivina que― comento y saco de la bolsa de mi pantalón un paquete de dulce de regaliz rojo― yo soy el de los antojos ahora. Con Adelaide no sentí absolutamente nada y ahora parece que soy adicto a esto― y tomo uno para comerlo y me río. Al parecer mi confesión le ha hecho reir ―Me parece justo que seas tú quien tenga los antojos, ya es suficiente por lo que nosotras tenemos que pasar― Comenta divertida. Me siento en el sofá y me acomodo ― ojalá se me antojara la comida que Isabel me cocina para mi régimen alimenticio, ¿sabes lo difícil que es enseñarle a una niña de casi un año que comer dulces no es tan bueno cuando su padre come esto todo el día? ― le digo y Keira sonríe. ―Me lo puedo imaginar, ya cuando Dake este un poco más grande veremos que hace su padre, por ahora no se le ha dado por el regaliz― Expresa sin dejar de sonreír. De pronto, después de tanta risa y plática amena, llega un silencio un poco más profundo, supongo que es momento de hablar de cosas un poco más serias o al menos así se siente. Keira se sienta en el mismo sofá donde yo estoy, justo al lado de mí, y me mira a los ojos. ―Supongo que tienes los ojos de tu madre ¿no? ― inicia la conversación. ―Así es, tengo los ojos de mi madre, su carácter y temperamento. Ella me crío por completo aunque mi padre, Guillem, estuviera ahí. Si soy quién soy es por mi madre y ahora entiendo porque me cuidaba con tanto empeño y cariño, supongo que mi presencia le recordaba otra persona que amaba aún más― recito casi en voz baja, aunque no tendría porqué ―Keira, ¿ves algo de tu papá en mí? ― pregunto curioso. Ella asiente y sonríe como si estuviera pensando en algo sumamente bueno ―Sabes, puede que no hayas heredado sus ojos azules, aunque sí su color de cabello… eso sí, ahora está gris, asique cuidado ahí― Comenta y ríe tímidamente para luego respirar ―Ahora poniéndome un poco más seria, en ti veo lo mismo que mi padre hace por Sara y por mi. Él protege a su familia con todo lo que es, a veces se equivoca, o tal vez ha querido sobreprotegerlos, sobre todo a Sara, pero siempre que ha hecho algo, ha sido porque quiere lo mejor para nosotras. Te vi a ti en repetidas ocasiones con Lea y creía ver a mi padre, veo como tratas a Isabel y veo a mi padre con mi madre… te veo desviviéndote por Adelaide y vuelvo a ver a mi padre. Quentin, los genes no siempre aparecen en los rastros físicos, en el color de pelo u ojos… A veces nos parecemos en la manera de ser, tú dices ser un hombre frío o distante por las cosas que te pasaron en la vida, pero déjame decirte que yo no veo eso. Yo veo un hombre y un hermano que quiero conocer cada día más.― Expresa. Me pongo de pie de inmediato― no tienes idea lo feliz que me siento en este momento con lo que me acabas de decir― expreso un poco más ligero y emocionado ― toda mi vida traté de reflejarme en mi padre. Traté de buscarme en su físico, en su carácter y por mucho tiempo lo imité porque se supone que yo debía ser como él, pero jamás me encontré y, ahora que me dices esto, todo tiene un poco más de sentido y a mis cuarenta años puedo decir que tenía razón en todo. Ahora, me pongo a pensar en mi hermana Jaqueline y ella era la vil imagen de mi padre, veo a Léa y es la imágen de su madre pero me veo yo y no hay ni un parecido. Pero te veo a ti y me veo, ¿es una locura cierto? ― le pregunto. ―Claro que no es una locura― responde Keira desde el sofá. ―Sólo sé, Keira, que a pesar de todo lo que ha pasado, de lo raro que se siente enterarme de todo esto después de tantos años, en cierta manera siento como si la vida me estuviera regresando todo lo que perdí alguna vez y con creces. Hace tiempo atrás me quedé completamente solo, sin esperanza, sin nada porqué vivir y ahora tengo hijas, esposa, un nuevo cuñado, sobrinos y lo más importante una nueva hermana. Ahora, lo único que me preocupa es como tomará tu padre la situación, mi madre no me pudo decir nada, pero, ¿él sabía de mi existencia?, ¿me reconocerá al verme?― inquiero. ―No sé si sabrá de tu existencia, pero te aseguro que mi padre no es un hombre que evada las situaciones, asi que tendrán su conversación al respecto y estoy segura que te aceptara con los brazos abiertos― Me responde con seguridad. Estoy a punto de contestarle cuando un golpe ligero en la puerta hace que tanto keira como yo volteemos a verla. Después de la voz de Keira diciendo “adelante”, María entra con varios sobres en la mano. ―La correspondencia señora― le dice apresurada y después de entregársela en las manos, sale de ahí sin decir ni una palabra más. Keira empieza a sortear los sobres con las manos leyendo lo que están encima de ellos en silencio. ―¿Sabes lo único que me pregunto? ― hablo de nuevo y ella sin verme a los ojos responde. ―¿Qué? ―Si además de mi madre alguien más sabía de todo esto. Tal vez mi hermana Jaqueline o mi propio padre― comento. De pronto los ojos de Keira se abren al ver una de las cartas que tiene sobre la mano― ¿Qué pasa?, ¿te sientes bien? ― pregunto preocupado. Keira abre el sobre de inmediato mientras se pone de pie. Yo me acerco de inmediato a ella y como si estuviéramos coordinados ambos leemos el mensaje al mismo tiempo. “No sólo son dos, ¿por qué no se me invitó a la reunión?” Ambos nos miramos a los ojos y regresamos la mirada a la hoja. “Estimados Quentin y Keira: Toda mi vida he luchado por salir adelante, no hubo un sólo día en que no lo hiciera. Desde mi juventud supe que tenía menos que los demás, que era diferente a los demás y aún sigo sin poder encontrar mi lugar. Después, lo perdí todo y aún peor, me quedé en un limbo entre tratar de saber quién era y a la vez decidir quién quería ser. Por años, estuve vagando entre secretos, traiciones y mentiras. De casa en casa, de ciudad en ciudad, hasta que un día llegó a mis manos lo que necesitaba, el milagro esperado, la situación que me sacaría de este mar de dudas. Dicen, que la vida te da y te quita, tanto oportunidades, como dinero, y personas. A ustedes ya les dio mucho, es hora de que pierdan algo, es momento de que sientan lo que es el olvido, el miedo, y la incertidumbre. Ya tuvieron muchos privilegios, es hora de quitárselos, ya vivieron felices, es momento de perder esa felicidad, tienen todo, y ahora yo los dejaré sin nada y eso téngalo por seguro. Ustedes pagarán por la vida que me tocó, ustedes sentirán lo que yo sentí y juro que se los multiplicaré por mucho más. Keira, despídete de esa personalidad que te caracteriza porque acabaré teniéndote a mis pies, Quentin, tú ya has perdido anteriormente, pero está vez perderás más, haré que tu sufrimiento sea nada comparado con el que tendrás. Despídanse de sus vidas, de sus perfectos cónyuges, del estatus que gozan y del dinero que tienen, porque esta vez sé quién soy y a donde pertenezco y créanme no les va a gustar nada lo que están a punto de descubrir. Nos vemos pronto, recuerden… “los veo”. Sinceramente, Cuarto. ―Ha regresado― pronuncia Keira mientras ambos nos vemos a los ojos.
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