Un mar de emociones invaden a Keisha al entrar a la habitación real. No hace frío, pero ella tiembla incontrolablemente mientras se adentra y se acerca a su posición. El rey está sentado en su sillón con una copa de vino en la mano, aún está vestido con su atuendo de la corte, pese a ser ya de madrugada. Quizás acaba de llegar. La princesa hace un asentimiento y se acerca a él como lo hacía antes, con la intención de quitarle las botas, pero Artur la detiene y la lleva a su regazo. Respira el aroma de su pelo profundamente antes de apoyarla a su pecho y acurrucarla. Keisha no entiende lo que pasa, pero miles de recuerdos vienen a su mente en estos momentos. Por un corto plazo ellos fueron felices. Ella realmente lo amaba, pero, ¿Y él? Es la pregunta que se repite cada día de su vida. ¿N

