—Majestad —Las sirvientas hacen una reverencia cuando Artur entra abruptamente en la habitación de su esposa. Keisha permanece con los ojos cerrados.
—Salgan todos —manda. Andrés permanece en la puerta por unos segundos, luego finalmente también se va.
—Sobrino, por favor, ella…
—Usted también salga, tía, quiero estar con mi esposa a solas.
Ryanah asiente y sale igual que todos.
—Mi reina —Él toma su rostro con ambas manos y se da cuenta de su debilidad—, ¿cómo se siente? ¿Por qué no quiso recibirme en este tiempo? Estaba muy preocupado.
—No tenemos nada que hablar, Artur —La voz de Keisha sale rota—. Usted y yo teníamos un trato, y nunca lo cumplió. El día de nuestra boda, horas después que me hizo esa promesa de amor, estaba con otra mujer. ¿Cómo espera que me sienta?
—Yo la
