(Explicito)
[Gael]
Después de llegar a la casa vacía y con un poco más de frío de lo normal. Adela y yo, nos deshicimos de los abrigos, ella de los zapatos elegantes que traía y yo de la corbata. Abrimos una botella de vino tinto, su favorito para después sentarnos sobre el sofá de la sala. Es una sensación rara la que ambos vivimos en este momento, ya que es la primera vez que convivimos de esta manera aquí. La última vez que lo hicimos parecía más un juego del gato y el ratón o de "no me quedaré en el mismo cuarto", por lo que algunas partes de la casa nunca han sido habitadas.
Nos quedamos en silencio por unos minutos mientras bebemos sorbos de la copa y miramos a distintos lugares supongo que estamos esperando a que alguien inicie la conversación. Es como si ninguno de los dos se atreviera a pronunciar palabra alguna ¿ha esto hemos llegado ella y yo? ¿A no poder tener una conversación normal entre los dos? Es la primera vez que un silencio me es tan incómodo, antes esto significaba paz, pero ¿y ahora?
— Gael — dice ella por fin y juro que siento un alivio enorme al escuchar su voz. Como siempre es Adela quien lo rompe, no sé si alguna vez seré capaz de hacerlo yo.
Ella se voltea hacia mí y me sonríe — Gracias por la cena de esta noche en verdad fue... muy diferente.—
— ¿Diferente? ¿A qué te refieres?—
— Que no fue en restaurantes elegantes o lugares donde hay cientos de personas con las miradas sobre nosotros. Antes solías hacerlo pero ahora no.—
Volteo mi cuerpo hacia ella y tomo un sorbo de vino — Lo que pasa es que antes necesitaba eso para poder estar a tu lado y.. posiblemente soportar el hecho de estar ahí, contigo. Pero hoy no quería distracción alguna. Solo quería tenerte para mi, sin dar autógrafos, fotos y todo eso que conlleva salir con una actriz tan famosa como tú — y sonrío.
— Tú también eres famoso — me contesta ignorando el halago que le acabo de hacer.
— Pero no soy tan atractivo como tú — le justifico.
Adela hace su cuerpo hacia delante y deja la copa de vino sobre la mesa de en medio de la sala, después, en un movimiento se sienta a horcajadas sobre mí. Puedo sentir el peso de su cuerpo sobre mis muslos y ese delicioso perfume que siempre suele llevar en toda su piel. Ella toma mi rostro con sus manos y me da un beso ligero en los labios que me enciende de inmediato. Supongo que la cercanía de su cuerpo con el mío y el tener meses de no sentir esto me han pasado la cuenta más de lo que pensé.
Quiero controlarme, pero me besa de nuevo, esta vez un poco mas profundo, mas extenso y me obliga a tomarla de la cintura y atraerla un poco más a mí. Adela se separa y acomoda su cabello largo y n***o sobre el hombro izquierdo, descubriendo aún más su rostro.
— Adela — le murmuro casi rozando mis labios contra los suyos — ¿Si sabes que si empezamos esto no habrá marcha atrás?—
Ella me mira a los ojos — ¿Quién dice que quiero dar marcha atrás? — me dice bajito — ¿No eres acaso el padre de mis hijas?.—
Adela comienza a pasar una de sus manos sobre mi cabello y un gesto tan cariñoso de su parte provoca que mi piel se erice convirtiéndose en una arma letal. Sonrío nervioso, he estado en esta situación muchas veces con ella en el pasado sin problema alguno, pero ahora me muero de nervios. Siento como si esta fuese nuestra primera vez juntos, pero nada está mas lejos de ello, quizás sea una segunda primera vez si pienso por todo lo que pasamos juntos.
— ¿Me deseas? — me murmura mientras se acerca a mis labios.—
— Cómo no tienes idea — respondo más excitado que nunca.
— ¿ Entonces? ¿Por qué tiemblas? — me pregunta tierna
Sonrío levemente porque no sé qué responderle ¿le digo la verdad? ¿le invento un pretexto estúpido que la haga reír? Así que tomó una de sus manos y la beso tierno haciéndola sonreír.
— Te amo Adela — le digo sinceramente — Si me pongo nervioso es porque es sólo contigo con quien siento todo esto y siempre ha sido así.—
Adela vuelve a besarme y poco a poco va bajando a mi cuello alertando a mi cuerpo en todos los sentidos. Sus labios parecen una brasa ardiendo que va quemando cada parte de mi piel que besa, comienzo a sentir un poco más de calor en la habitación y de pronto mis ropas me estorban de más. Ella se separa de mí y mientras me mira a los ojos se muerde sensualmente esos labios rojos que tanto me gustan. Después, sus dedos se deslizan por mi camisa y empieza a desabotonarla botón por botón rozando mi piel. La abre y pasa sus manos por mi pecho quitándola por completo, descubriendo mis hombros hasta que ésta cae por mi espalda. Es verle mirándome de esa manera tan sensual y sentir que el mundo se ha detenido en este instante, no hay pasado, no hay dolor, reclamos ni nada, solo este instante que no vuelve a llevar a quienes somos realmente cuando estamos juntos.
Mis manos se deslizan lentamente por sus hombros bajando los tirantes que mantienen su vestido sobre su cuerpo. Cuando estos caen, las paso por la línea de sus pechos visible debido al escote en "v" de su vestido. Ella cierra los ojos al sentirlas y ahora es su piel quien se eriza.
Ver que aun provocó todo esto en ella me hace sentir valiente para amarla como una vez lo hice, los recuerdos de esa aquel dia vez que volvimos a reencontrarnos como hombre y mujer después de tanto tiempo vienen a mi mente, pero esto ya no se puede comparar ni siquiera con ello, es diferente. Es aún más especial, sabemos perfectamente a que nos enfrentamos a dar este paso.
Ella se pone de pie por un momento y sin que yo me lo espere deja caer su vestido, deslizándolo por todo su cuerpo quedando desnuda frente a mí, sólo vistiendo la pequeña braga de encaje n***o, para después volver a la misma posición de antes y aprenderse de mis labios con todas las ganas del mundo.
El sentir el contacto de su piel desnuda con la mía es lo más provocativo del universo, cada mínima sensación se extiende por todo mi cuerpo centrándose en partes sumamente sensibles de mi ser. Mis manos se deslizan por toda su espalda y las de ella acarician mi nuca intensificando cada vez más todo.
— Llévame a otro lugar — me dice excitada — Dónde desees pero llévame.—
Pongo mis manos por debajo de sus muslos y tan ligera como siempre ha sido me levanto junto con ella de ahí para caminar lentamente hacia la habitación mientras continuamos besándonos perdiendo el control. Su respiración es agitada y nuestros corazones parecen que se saldrán de nuestros pechos de tan rápido que se mueven.
Entramos a la habitación e inmediatamente la recuesto sobre la cama. Verla recostada ahí, desnuda, con la luz de afuera alumbrando su cuerpo es la imagen más sexy que he visto en toda mi vida. Inclino mi cuerpo y me acomodo ligeramente sobre ella, la beso en los labios para después recorrer su cuerpo depositando pequeños besos sobre su piel. Beso sus hombros, luego sus pechos, bajo hasta llegar a su vientre el cual besó con más ternura aún, antes de continuar la observo por unos momentos mientras pongo mi mano sobre él. No puedo creer que durante siete meses Adela llevó a mis hijas con tanto amor aquí. Vuelvo a besarla levemente — Tienes un cuerpo increíble amor, no puedo creer que esas dos pequeñas hayan estado ahí adentro — y ella se sonríe.
— Es el yoga — bromea.
— Entonces debo empezar a hacer yoga — le respondo.
Continuo bajando hasta llegar a su braga de encaje para besar sólo un poco encima de ella. Ella respira un poco agitada al sentir mi aliento caliente y veo como sus manos comienzan levemente a aferrarse de las sábanas en señal del pequeño toque de placer que le provocó. Aprovecho que estoy cerca del suelo para ponerme de pie y quitarme el pantalón.
— No, espera — me dice ella — Yo lo hago — y me da una mirada tan sensual que es imposible decirle que no.
Ella se levanta de la cama y me estira la mano para que yo la tome, al hacerlo me pide que ponga las rodillas sobre el colchón. Adela hace los mismo en frente de mi, me besa con pasión y desliza sus manos por todo mi pecho hasta llegar al cinturón. Lo abre con rapidez y lo saca de un tirón provocando un ruido al chocar contra el aire. Parece ser que Adela estaba tan deseosa como yo de este momento que fuimos reservando hasta ya no poder más.
Desabrocha el botón de mi pantalón con cuidado y al ver mi bóxer inmiscuye su mano dentro de él rozando mi piel y tocando mi erección y obligándome a cerrar los ojos del placer que se siente en esos momentos. Mientras me acaricia ella me ve a los ojos y se muerde los labios.
— Dímelo — me murmura.
Entonces sonrío — Mira cómo me pones Adela — le digo bajito para luego besarla. Echo mi cuerpo hacia delante y de nuevo estoy encima de ella, su mano permanece dentro de mi bóxer y sigue jugando conmigo.
— Te quitaré esto — y estira sus manos para bajar tanto mi pantalón como el bóxer.
Yo termino de bajarlo por mis piernas hasta quedar completamente desnudo, ahora soy yo quien le dice — Te quitaré esto — mientras bajo directamente a su braga que se encuentra levemente húmeda por lo que está pasando en este momento entre los dos.
Mientras la deslizó por sus hermosas y largas piernas ella me mira con esos hermosos ojos grandes, con pestañas abundantes y mirada sensual que me engancharon desde la primera vez que la vi. Sus ojos son un espejo del deseo que siente en estos momentos, un deseo que quiero saciar con ella devorándola por completo a besos y haciéndole el amor como nunca lo había hecho.
Construyó un puente de nuevos besos que van de su ingle a su intimidad, rozándola primero con mis labios para luego inmiscuir levemente la punta de mi lengua, ella gime moviendo sus caderas levemente a causa de todo el placer que siente. Ella me desea tanto como yo a ella, de eso no me quedan dudas.
Los sentidos de su cuerpo comienzan a encenderse y ella empieza a responder a cada caricia que le doy con mi boca, cada vez que lo hago ella gime y jala un poco más mi cabello indicándome donde debo dirigir mi lengua o besarla. Puedo ver su vientre subir y bajar agitado, sentir sus piernas tensarse y destensarse continuamente, su piel erizada y sus manos aferradas a las sábanas para de pronto escuchar un gemido que hace eco en la habitación acompañado de la tensión de su cuerpo. Toda ella manifiesta placer por cada poro de su ser y el verle así de excitada me excita aún más.
— Ven, quiero besarte, quiero probarte — y con su mano me indica que regrese a sus labios para hundirnos de nuevo en un beso. Saboreo cada parte de sus labios y me apropio de cada rincón de su boca mientras siento sus manos jugar con mi espalda.
Adela vuelve a jugar conmigo mientras la beso — Me toca a mí — dice excitada.
Se levanta de inmediato y ahora es ella quien queda arriba de mi después de dar un ligero giro sobre nuestro eje. Ella besa mi cuello, mi pecho, mis brazos hasta llegar a mi abdomen. Continua hasta mi erección y al llegar a mi hombría me mira a los ojos para luego sentir su aliento y una sensación de placer subiendo por todo mi cuerpo.
Me aferró de su cabello mientras siento su experta y exquisita boca jugando conmigo regalándome todo el placer que se me prohibí por meses. Cierro los ojos y lo disfruto, Adela siempre ha sabido como tocarme y besarme para provocar en mí absolutamente todo y mucho más.
— Para — le murmuro tratando de formular una frase completa entre todo el placer que siento — Quiero sentirme, hermosa, no me hagas venir — le pido.
Ella viene a mi de nuevo, se dirige a mi boca, mi cuello y después se posiciona sobre mi cuerpo así sentándose como toda una amazona haciendo que la vista que tengo sea increíblemente sensual. Domina la situación a su antojo y en este instante no me molesta ser un juguete en medio de su deseo. Se mueve disfrutando de cada sensación que recorre su cuerpo. Ella recarga las manos sobre mi pecho apoyándose y libremente va buscando esos movimientos precisos que aumentan la temperatura a niveles inhóspitos.
Siento sus piernas tensarse al llegar de nuevo a otro orgasmo que en este momento siento junto a ella, regalándome un poco del placer que ella creado. No dejo de admirar esta fotografía tan increíble que ella me ha regalado y que por mucho tiempo anhelé volver a ver. Ella inclina su cuerpo hacia delante y aprovechando la situación soy yo ahora quien se da la vuelta para comenzar a besarla por todo el cuerpo y entrar de nuevo en ella. Su piel sedosa y tersa contra la mía caliente, su envolvente aroma y el calor de nuestros cuerpos es todo lo que deseaba desde el momento que la volví a ver.
Me muevo dentro de ella lentamente, disfrutando de cada gemido y beso que ella deposita en mis labios. Siento sus manos jugar con mi cabello para después deslizarse por mi espalda y recorrerla sin límites hasta mis glúteos para recargarlas ahí mientras sigue el ritmo de mis caderas. Nuestras respiraciones se sincronizan al igual que nuestras bocas.
— Te amo — me murmuro al oído y ella lanza un gemido al sentir de nuevo un poco más de placer en todo el cuerpo.
— Yo también te amo — contesta con la voz más sensual que he escuchado en toda mi vida.
De nuevo Adela y yo estamos juntos y volvemos a ser uno como tantas veces lo fuimos antes de que todo lo demás ocurriera. Vuelvo a disfrutar de cada uno de esos detalles que la hacen ser única y mi cuerpo que muchas veces pidió por ella, se regocija de volver a sentirla y tenerla entre sus brazos. No pienso volver a equivocarme y dejarla ir, esta vez la tendré así y durará para siempre.
Mis movimientos comienzan a ser cada vez más continuos y rápidos, puedo sentir todo el placer centrándose en tan sólo una parte de mi cuerpo y que está a punto de liberarse sin poderlo contener más.
— Quiero verte acabar — me dice ella al oído al sentir que mi cuerpo se va tensando poco a poco — hazlo dentro de mi — me incita
Adela aprieta mis glúteos con un poco más de fuerza provocándome aún más. Nuestros gemidos se hacen cada vez más frecuentes indicando que estamos a punto de llegar al pico de placer que entre nuestros dos cuerpos se ha creado.
Entonces sin poder aguantar más, nuestras sensaciones provocan un estallido que se convierte en una fiesta entre tanto placer, el cual expresamos ambos con un gemido coordinado que hace eco en las cuatro paredes de esta oscura habitación. Una vez más Adela y yo somos uno, como siempre lo habíamos sido.
Mi cuerpo se derrite sobre su cuerpo y ambos nos quedamos en silencio mientras escuchamos nuestra respiración agitada. Adela acaricia tiernamente mi cabello mientras yo la abrazo lo más pegado a mi cuerpo posible.
— Te extrañaba — le confieso — No tienes idea cuánto lo hice.—
Me recuesto a un lado de ella y Adela se voltea hacia mí quedando ambos frente a frente, viéndonos a los ojos.
— Nunca más pienso volver a dejarte ir Adela — continúo.
— No nos dejes ir — murmura — Porque las tres queremos continuar a tu lado.—
La jalo un poco más a mi y la beso en los labios — ¿Me amas Adela? — le pregunto.
— Ni un segundo he dejado de hacerlo, Gael. Sólo que las circunstancias nunca dejaron que yo te lo pudiera demostrar.
— ¿Sabes? Esta es la noche de bodas que tú y yo debimos haber tenido. Te la deberé toda la vida — le digo melancólico.
Ella sonríe — No, tus dos hijas ya lo recompensaron todo, ya estamos a mano ¿te parece?.—
— Si tú lo dices, entonces estamos a mano.
—Ya no hay deudas entre los dos, nuestras hijas han sido quienes saldaron cualquier cosa que tu puedas deberme a mi o yo pueda deberte a ti. El contador se ha puesto a cero desde el día que ellas llegaron a nuestras vidas a cambiarlo todo.
—¿Entonces? Volvemos a empezar hermosa — le murmuro.
—Ya lo hicimos — me contesta y luego vuelve a darme un eso.
—Nada mal para una primera cita ¿Verdad? — le pregunto.
—Eres un hombre con suerte, nunca tengo sexo en las primeras citas. Así que considérate afortunado.
—Lo soy, soy muy afortunado Adela, soy un hombre muy afortunado.—