Entro con Marcos al salón, pero lo suelto inmediatamente al ver a Antonio, sentado en una silla en el salón.
—Hola, mi amor, te busqué por todo lados —Me dice, mientras se abalanza sobre mí y besa mis labios.
—Disculpe, profesor, buenas tardes —dice Antonio, refiriéndose a Marcos.
—Buenas tardes —Se limita a decir Marcos.
—Profesor, le presento a mi novio —Le digo.
Marcos trata de sonreír, pero hasta podría decir que está celoso.
Marcos se va y se sienta en su silla, mientras Antonio me toma de la mano, y me lleva hasta el fondo del salón para hablar conmigo.
—Cader, ¿realmente está todo bien? —me pregunta Antonio.
—Si, no te preocupes todo está bien, pero ahora tengo que hacer un trabajo con mi profesor.
—Entonces me voy, pero quiero que sepas que tienes todo mi apoyo, y cualquier problema que tengas puedes hablarlo conmigo.
—Gracias, Antonio, de verdad lo aprecio, pero estoy bien no te preocupes.
—Está bien, confío en ti Cader, te dejo trabajar con tu profesor, y saluda a tu madre de mi parte —Me dice Antonio.
Él no sabe que mamá murió.
—Gracias, yo le digo a mamá.
—Nos vemos, y te quiero mucho —me dice Antonio, mientras besa mis labios y después sale del salón.
—Lo siento, profesor, yo no sabía que Antonio vendría.
—No te preocupes, debí suponer que una chica tan hermosa como tú, tendría novio.
—Pronto terminaré con él.
—¿Qué dices Cader? —pregunta muy sorprendido.
—Él no me gusta, solo era un pasatiempo que ahora, no sirve para nada ¿y usted pudo bajar su erección con su esposa? —pregunto tratando de cambiar de tema.
—Hablando de eso, me quiero disculpar contigo otra vez, Cader. Me siento mal, tú eres muy joven y yo muy adulto, debo ser más cuidadoso.
—Ya le dije, Profesor eso no es nada por lo que avergonzarse, ya le dije que yo también lo hago, nunca puedo quedar satisfecha, pero me calma por un momento.
—Eres única, aunque un poco joven para saber tanto, pero eres una chica realmente especial.
—Le dije que podemos ser amigos, así que tengo una pregunta, ¿por qué usted, se masturba si tiene esposa?
—¿Qué harías tú, si estuvieras casada Cader? —Me pregunta Marcos.
—Haría de todo, tener a un hombre en mi cama todas las noches, y dejar de usar mi mano que a veces es tan cansado, eso sería realmente bueno.
—Me gustaría hablar más contigo, creo que tienes razón, podemos ser muy buenos amigos, Cader —Me dice Marcos, mientras pasa su lengua por sus hermosos labios que quisiera morder.
—Claro que si, me gustaría mucho, tendremos una muy estrecha amistad, profesor.
—Solo tengo otra pregunta, ¿por qué conmigo eres diferente? A lo que me refiero es, que conmigo eres un poco más seria y hablas como más adulta, y con los demás eres diferente.
Él tiene razón, mi voz siempre suena muy alegre y aguda, pero solo es para fingir, y cuando hablo con él sé que puedo ser como yo quiero, entonces mi voz natural es un poco más grave.
—Otro día le contaré el porqué, profesor. Pero ahora, pronto vendrán mis compañeros, podemos ir a un lugar especial más tarde.
Esta es mi oportunidad, quiero invitarlo a salir.
—¿A dónde me llevarás? —pregunta muy ansioso.
Por un momento, pensé que me diría que no.
—No se lo diré ahora, pero le gustará mucho es un lugar muy relajante y lleno de paz, ahí podemos platicar de todo lo que queramos, pero ahora yo tengo otra pregunta ¿en quién pensaba cuando termino sobre mí en el baño?
Tenía que preguntar eso, para vivir tranquila la curiosidad, me estaba quemando por dentro.
Sé que él esta, a punto de contestarme, pero Marta, nos interrumpe.
—Cader, la directora te llama, ve a su oficina.
—En un momento voy, Marta.
—Está bien, pero date prisa —me dice Marta, mientras se retira del salón.
—Cader, mejor hablamos esta tarde, te espero cuando no haya nadie en el estacionamiento.
—Está bien, nos vemos después, profesor.
Antes de salir del salón, me doy cuenta de la gran erección de Marcos, no puedo dejar pasar esta oportunidad de al menos sentir sobre su pantalón.
Pienso que es una mala idea, y estoy a punto de salir del salón, pero oportunidades como estas no se dan todos los días, me doy la vuelta y camino hacia Marcos.
—¿Olvidaste algo Cader?
—Si, profesor —digo mientras me acerco a él.
Me inclino un poco, y le digo al oído en voz baja, mientras acaricio su m*****o.
¡Carajo, este es un cruel castigo!
—Profesor, ayer me masturbé como una hora, pensando en usted —Le digo mientras sigo acariciando su entre pierna—. Ahora si me voy —Le digo mientras salgo del salón.
Me dirijo a la oficina de la directora, mi corazón late a mil por hora, bueno en realidad lo que más late es mi húmeda v****a, pero diré que es mi corazón para que mi ninfómana cabeza esté un poco más tranquila.
Toco la puerta, de la oficina de la directora y ella me dice que pase.
Clara me observa, será que sospecha algo, o se dio cuenta la forma en la que Marcos y yo nos devoramos con los ojos.
No le puedo preguntar, yo misma me podría echar de cabeza.
—Cader, no te quedes ahí parada, puedes tomar asiento.
Me siento y trato de disimular.
—Dime la verdad, Marcos esta para comérselo ¿verdad? —Me dice Clara.
Nunca la había escuchado hablar así.
—Es nuestro profesor, deberías respetarlo —le digo fingiendo como siempre que soy una chica buena.
—Tienes razón, Cader, lo siento tengo que dar el ejemplo y mira lo que te dije —me dice Clara muy apenada.
—No te preocupes, sé que es un hombre muy atractivo, pero hay que respetarlo y también a su esposa.
—¿Cómo sabes que está casado? —Me pregunta Clara.
—Ayer contesto una llamada en el salón, y mencionó a su esposa.
—Yo lo iba a invitar a un café —me dice Clara un poco decepcionada.
Al menos no se dio cuenta de que estaba mintiendo.
—Dejando eso de lado, entonces empecemos con esto —Me dice Clara, mientras me da muchos documentos.
Yo sé perfectamente lo que es todo esto, hace dos semanas hicimos audiciones para nuevas porristas, y tengo que revisar las notas y características de cada una de las chicas que participaron, para saber si son buenas candidatas para el puesto.
Esto realmente me estresa, el otro año, mandaré todo esto al carajo, no quiero ser la capitana ni la presidenta estudiantil.
Empiezo a revisar, cada documento, hasta que al fin termino, dos horas después, me siento realmente libre.
—Termine, Clara, iré a los salones para hablar con las chicas que elegí para que entren al equipo.
—Está bien, gracias cariño, después que termines con eso, puedes ir a recibir tus clases con normalidad.
—Está bien, Clara, eso haré nos vemos mañana —Le digo.
Salgo de la oficina de la directora, me siento tranquila, estaba desesperada por irme de ese lugar.
Después que le hablo a las chicas, y les doy la noticia, saltan de felicidad, pienso que son unas ridículas, ellas piensan que ser porrista es algo asombroso, cuando tienes que sudar y derramar sangre en las prácticas y sobre todo en las competencias.
Hablo con ellas y les hago entrega de su uniforme, me agradecen mucho y se van saltando de felicidad por todo el pasillo, pobres tontas.
Después las chicas regresan, y les doy una pequeña explicación y un entrenamiento de una hora, después de terminar el entrenamiento, me dirijo a mi casillero que está cerca de las duchas de la universidad, busco en mi bolso mi celular, quiero llamar a Martina, ella es como mi tía, quiero pedirle que arregle un lugar en el bosque de la mansión que me dejó mamá, para llevar ahí a Marcos, pero no encuentro mi celular, luego recuerdo que lo deje en casa y también recuerdo que deje mi diario del sexo sobre mi escritorio cerca de mi computadora, y lo peor de todo, mi diario no tiene candado ¡maldición! No sé que haría si Juan lee mi diario.
Me enviaría a un convento, y eso no puede suceder. Tengo que ir a casa en este momento y recuperar mi celular y esconder mi diario del sexo.
Dejo mi bolso en mi casillero, tomo un poco de dinero y corro a la salida, aún quedan dos horas de clases, pero no voy a estar en clases, por qué en este momento voy a mi casa.
Salgo de la universidad sin que nadie se dé cuenta y tomo un taxi, tengo que regresar a tiempo para salir con Marcos.
Durante el camino, me siento realmente nerviosa solo espero que Juan, no esté en casa para que no se dé cuenta de nada, y pueda regresar tranquila a la universidad.
Estoy por llegar, saco el dinero y le pago al taxista y corro hacia mi casa, introduzco mis llaves en la cerradura de la puerta y entro a casa.
Me doy cuenta de que Juan no esta, me siento tan aliviada.
Subo a mi habitación y abro la puerta, y mi diario aún está ahí y mi celular también, nunca me había sentido tan tranquila en mi vida.
Aprovechando que estoy en mi habitación, me deshago de mi ropa, por el entrenamiento estoy un poco sudada y me dirijo a mi baño.
Después de bañarme, me cambio rápidamente de ropa, seco mi cabello y me maquillo un poco, tengo mucha prisa no quiero que Juan se entere de que estoy en casa o comenzará a hacer preguntas.
Por último, me coloco una chaqueta y me aplico mi perfume favorito, estoy a punto de salir pero escucho pasos.
—Cader ¿eres tú? —Me pregunta Juan.
Esto era lo que temía.
Olvide esconder mi diario soy una tonta, tomo uno de mis bolsos para esconder mi diario y también mi celular.
Juan abre la puerta.
—Hola, Cader ¿por qué estas en casa, te paso algo?
—No, Juan, no te preocupes es que hoy tuve un entrenamiento muy pesado, y vine para darme un baño y cambiarme de ropa.
—Pero, en tu universidad también hay duchas, y tienes ropa para cambiarte.
—Lo sé, Juan, pero no es lo mismo, algún chico de la universidad me podría ver mientras me baño, por eso preferí venir a casa.
—Tienes razón ¿volverás a la universidad?
—Si, lo haré aún me falta una clase, y si no me apresuro llegaré tarde.
—Está bien, cuídate mucho, Cader.
—Si, lo haré, y regreso más tarde —digo mientras salgo de mi habitación.
Eso estuvo cerca, sé que no es seguro cargar mi diario, pero conmigo estará más seguro.
Salgo de casa y subo a un taxi, siento que puedo respirar tranquila.
Durante el camino le marco a mi tía, para que pueda arreglar un poco y coloque dos sillas a la orilla del río, sé que a Marcos le gustara mucho, es un lugar realmente hermoso y perfecto para relajarse.
Llego a la universidad, y sé que es tarde las clases ya terminaron todos están saliendo, para mi mejor.
Camino hacia mi casillero, y cuando estoy ahí saco mi otro bolso, donde tengo mis cuadernos y libros, tengo que usarlos para estudiar en casa.
Espero un poco, hasta que ya no hay nadie en la universidad y me dirijo al estacionamiento.
Espero a Marcos, junto a su auto, sé que él vendrá pronto.
Veo que Marcos, viene hacia mí.
—Profesor, disculpe por faltar a su clase, pero la directora quería que entrenáramos la nueva rutina para la competencia de porristas.
—Sube al auto, y hablamos adentro —me dice Marcos, yo obedezco y subo a su auto, él también sube.
—No tienes por qué disculparte, Cader.
—Gracias, profesor.
—Dijiste, que podíamos ser mejores amigos, entonces cuando estemos a solas, solo llámame Marcos, sin ninguna formalidad.
—Está bien, Marcos —Le digo, con una sonrisa.
—Tú me dices, ¿a dónde vamos?
—Está bien, conduce y yo te explicaré en el camino, Marcos.
Durante el camino, le pido a Marcos que me cuente sobre su trabajo.
Él se ve realmente estresado. Yo lo escucho atentamente.
Hasta que pasamos por una de mis lugares favoritos y se me ocurre la idea de comprar comida chatarra, y que mejor que hamburguesas y puedo sentir que Marcos talvez nunca haya comido una hamburguesa en su vida.
—Podrías detenerte ahí, necesito comprar algunas cosas —Le digo y él estaciona el auto.
—En un momento regreso, Marcos.
—Está bien, tomate tu tiempo —me dice.
Compro las hamburguesas, y también hay una tienda y aprovechó, para comprar un candado para mi diario y también algunas cervezas bien frías.
Ya que compré las hamburguesas, me dirijo al auto.
—Ya podemos irnos —Le digo mientras subo al auto.
—¿Qué fue lo que compraste Cader?
—Podría jurar, Marcos, que tú nunca o no sueles comer hamburguesas y cerveza, por eso compre de las mejores hamburguesas y compré mucha cerveza.
—No, como esa comida chatarra, tú tampoco deberías comer eso, mira tu cuerpo con esa comida podrías enfermarte.
—Marcos, de verdad ¿nunca has comido una hamburguesa?
—No, nunca he comido una, mi padre nunca me dejo comer esas cosas, y por desgracia me acostumbré a nunca salir de la rutina y probar algo nuevo.
—Pero, no te preocupes, para eso estoy yo, conmigo probarás de todo, Marcos.
Durante el camino, le indicó a Marcos por donde conducir, sé que la mansión está como a una hora y media, pero cuando lleguemos valdrá la pena, y sé que es muy tarde son las siete de la noche, pero solo quiero disfrutar un momento con una persona que no me juzgue por lo que soy.