Javier no paraba de dar vueltas en la cama. Se había quedado hasta las tres de la madrugada junto a su padre, tratando de convencer a Rocío para que dejara ir a Martina, pero era imposible. La mujer no sólo quería una cantidad incontable de dinero, sino que, además, quería que Nina le pidiera disculpas de manera pública por haberle robado el marido. Estaba enferma, no había ninguna duda de eso. Tuvo que tomarse al menos tres pastillas diferentes para que el dolor de su cuerpo se calmara, y puso los pies en alto con almohadas para tratar de estar lo más cómodo posible y tratar de darle menos peso a su cadera. No tenía ni idea de cómo iba a manejar al otro día, pero iba a estar ahí por su mujer. Mientras tanto, Martina tampoco podía pegar un ojo. Había dormido toda la tarde, supuso que po