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1889 Palabras

Martina despertó unas horas más tarde en una cama dura. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se quedó dormida, pero se dio cuenta de que ya no estaban más en la fábrica, así que se levantó de golpe. Había una pequeña ventana que daba a un jardín y abrió los ojos sin poder creer que era de noche. ¿Qué había pasado? ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Dónde la habían llevado? Alguien carraspeó detrás de ella y pegó un salto del susto al divisar a Federico, quien la miró con expresión divertida. —La bella durmiente. Estuve a punto de besarte para ver si despertabas —dijo entre risas. Martina arrugó la nariz, de solo imaginar que la besaba, la llenaba de asco. —¿Dónde estamos? —interrogó con la boca seca. —Mmm, no sé. Nos tuvimos que ir porque tu marido andaba dando vueltas por l

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