Javier tragó saliva y respiró hondo mientras esperaba a que dieran luz verde. A su lado estaba el auto de Federico, y si bien no le veía el rostro a través del casco, estaba seguro de que lo estaba mirando con una mueca burlona. No podía dejarse vencer, estaba su familia ahí afuera, y si bien ya sabían que iba a perder, esta vez había algo diferente. No podía quedar segundo, no quería verse como un perdedor ante los ojos de Martina. Tenía que ganar. Levantaron la bandera y salió a toda velocidad. La adrenalina corría por sus venas y se sentía más vivo que nunca. Aceleró y fue haciéndole caso a las indicaciones de su entrenador mientras se acercaba al primer puesto. Federico se estaba quedando atrás por primera vez en su vida y comenzaba a desesperarse. Apenas habían pasado la primera