Inés caminaba por la universidad cuando Mariano, aquel moreno que tanto le atraía, se le cruzó por el frente. Se tropezó con sus propios pies de los nervios, pero él la detuvo rápidamente. Soltó una risa tonta y se puso completamente roja. —¡Te agarré justo! —exclamó él con tono divertido. Ella asintió y sentía que las palabras no le salían de la boca—. ¿Cómo estás, Inés? —Bien, estudiando, je. ¡Ay, Dios! Que alguien me mate, pensó. —Esta noche Nacho va a hacer una fiesta en su casa, me dijo que te invite —comentó mirando sus ojos oscuros—. Sé que también va a ir tu hermano y creo que la novia, sé que no sos de salir mucho, pero me gustaría que vayas. —Sí, bueno, voy a hablar con Javier para ver si me deja… —Mariano arqueó las cejas—. Digo, si me lleva —agregó avergonzada. No pod