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1311 Palabras

Martina estaba acostada cuando sintió algunos golpes en la puerta. Ya era de día, y sus compañeros de cuarto no estaban, por lo que supuso que se habían ido a desayunar. Usualmente no la despertaban ya que sabían que ella no comía por la mañana y que, además, le gustaba dormir hasta tarde los días libres. Volvieron a insistir con los golpes y se levantó con pesadez. Probablemente eran los de servicio a habitación que venían a limpiar y ella todavía estaba durmiendo. —¡Ya voy! —gritó cuando el toque se volvió más intenso. Se vistió rápidamente y abrió la puerta. Se quedó petrificada al ver a quien estaba del otro lado, y no sabía si llorar, reír, echarse a sus brazos o gritarle porque no le avisó que iba a ir a visitarla. —¡Amiga mía! —exclamó la chica que se encontraba del otro lad

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