Javier se sentó en el borde de la cama mientras miraba cómo Benito trataba de desatar a Elías y escuchaba con atención lo que le contaba.
—Nosotros no estábamos cuando Federico apareció —decía—, habíamos ido a almorzar, Martina nos avisó que se iba a comer con una amiga, así que estaba todo bien. Nosotros volvimos a las cuatro de la tarde, y ella todavía no estaba. Supusimos que estaban paseando, intentamos llamar a tu novia para quedarnos tranquilos, pero ella no contestó… así que me fui a buscarla, Eli se quedó acá para esperarla y avisarme si volvía.
Se quedó en silencio y terminó de liberar a Elías, que lo abrazó con fuerza en cuanto pudo.
—Ese tipo está loco —comentó el modelo entre dientes, con los ojos inyectados en sangre—. Estuvo a punto de torturarme, si no fuera por Benito,
