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1382 Palabras

Martina se despertó debido a las quejas que Javier estaba haciendo a su lado. Gruñidos de frustración, chasquidos de lengua, bufidos e insultos en voz baja. La luz del sol ya entraba por la ventana, y el reloj marcaba las diez de la mañana. —¿Estás bien? —preguntó conteniendo un bostezo. El muchacho la miró sobre su hombro con cara de pocos amigos. —No. Quiero ir al baño y no puedo levantarme, me dejé las muletas lejos —contestó. —Te ayudo —dijo ella sin hacerle caso al malhumor que su acompañante emanaba. Se levantó con lentitud y pensó en qué hacer. Si lo ayudaba a levantarse o simplemente le alcanzaba las muletas y se iba, como si no le importara, pero decidió hacer lo primero. No podía dejarlo tirado y mucho menos en ese momento, él había sufrido ese accidente por ella, fue a l

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