Hera Kade
No imaginé que el tiempo fuera a ir tan rápido. Ni siquiera lo hablamos, pero finjo que soy comprensiva... porque, después de todo, esto es lo que se supone que quería.
Observo a todos moverse de un lado a otro con prisa, cargando cosas, organizando detalles. Mientras tanto, a mí me preparan como si fuera una muñeca de porcelana, hermosa y delicada, como si no fuera real.
El vestido está ceñido a mi cuerpo como una segunda piel, blanco como la luna que ya empieza a alzarse. Llega hasta el suelo y se extiende en una cola que arrastra suavemente al andar. Encima, una túnica semitransparente cae sobre mis hombros como una caricia apenas perceptible. Mi cabello ha sido recogido con sutileza en un peinado que se sostiene con fuerza invisible, dejando unos cuantos mechones sueltos q
