6. Desacuerdos

1792 Palabras
Hera Kade Quiero decir que me salí con la mía y ahora mismo ellos están alejándose de mi, Pero no, están a mí lado, obligándome a caminar hacia donde ellos quieren ir, Shayan y Thea me dan una frívola mirada de advertencia, algunas miradas se plantan sobre nosotros. El camino se me hizo eterno, incluso cuando me llevan aun lugar solitario me siento ahogada. Ya se que es lo que sigue. Me van a rechazar y no debería dolerme, mientras les doy la espalda llevo mi mano al pecho y con mis dedos golpeo suave y delicadamente, mi corazón está muy acelerado. — ¿Algo que decir majestad? — pregunta Jareth. Joder reconozco sus voces perfectamente, estuve dos años seguidos obsesionada con saber cada cosa que hacían, no entiendo como es que ellos pudieron haber tardado tanto en saber de mi, bueno, me esforcé por ocultarme Pero eso demuestra su poco interes por encontrar a su mate. Respiro profundo, mi cabello cubre un poco más de la mitad de mi espalda aunque cuando tiene hondas se hace más corto pero siento ellos me están comiendo con la mirada, girandome hacia ellos aclaro mi garganta. — Lamento ser sincera con esto pero no me siento en lo más mínimo halagada de estar en su presencia y menos sabiendo las razones por las cuales me encuentro aquí — expreso fijando mi mirada en la mano de Alden. El no estaba en mi lista. Fue al único que nunca pude tener cerca, raras veces tenía aparición y sin duda su mirada me cala más fuerte en el alma, puedo tener cientos de conocimiento y comprensión en la reacción de los otros cuatro Pero no en la de él. La mirada de los cinco es intensa, se quedan callados observándome pero puedo asegurar que ellos se están comunicando de manera mental. Una sonrisa ladeada se apodera del rostro de Alaric, esa sonrisa es ligera pero la siento hasta la parte mas interna de mi ser, desvió la mirada hacia otro de los hermanos, Jareth es el mas suave de ellos, si es que esa palabra existe con ellos. — Déjame ver si comprendo — dice Jareth y me estremezco. Ellos tienen la voz mas sexy que nunca habría imaginado oír. Con l postura mas firme y el mentón en alto uno mis manos frente mi abdomen y doy un paso hacia el frente, Alden, Jareth y Magnus se encuentran sentados mientras Alaric e Iven se encuentran parados. — ¿Que ha comprendido? — Tu la reina Hera, hija de la emperatriz del destino, quien se encarga y labora en nombre del amor, quien une las almas gemelas y vive en un mundo de corazones y sueños en nombre del amor ¿Esta en contra de la unión que destino la Diosa para nosotros? Tu, la Dama del Destino — casi vota el muro que he formado en contra de ellos. — Mi deber es darle paz a las almas que necesitan de su otra mitad, hacer que se sientan completos, pero con el debido respeto majestades — trago grueso poniendo la soga al cuello — no creo que nadie en este mundo pueda merecer soberana maldición de unir su vida a cinco hombres que no tienen la mas mínima humanidad para tener el conocimiento o la simple idea de lo que es el amor. Por primera vez veo a Iven sonreír mientras los otros cuatro me ven con seriedad, Jareth me ira cas indignado. — Consideras que somos un castigo para ti — señala sin poder creerlo. — Para cualquiera. Alden se levanta y mentiría si digo que no temo de ese movimiento. — Te atreves a esconder información a tus gobernantes y no solo con eso sino también a llamarnos castigo. — Lo que les digo no es como Reina sino su destinada — aclaro. — Te niegas a nosotros — dice Magnus. — Los rechazo —aclaro. Los cinco toman una postura más seria, su molesta se sincroniza y los cinco tienen las manos empuñadas como la mandíbula apretada. — No te a trevas — me advierte Iven. — Conozco las palabras correctas para hacerlo, y les daré la oportunidad de elegir el momento día y cuando, por qué yo no sere igual que esas ambiciosas que buscan a escalar a ustedes... Un gruñido me calla y mi corazón se acelera del miedo. — ¿Hay alguien más? —pregunta Alden. Sonrió sin poder creerlo. — No, no lo hay, solo velo por mi bienestar, de mi depende un reino. — Que es probable que lo pierdas si nos rechazas — comenta Alaric yendo hacia el bar donde se sirve alguna bebida. — ¿Que significa? — Hera — saborea mi nombre llevándose el vaso a los labios, bebiendo con deleite — parece que no asemejas con quienes estas tratando, tu soberbia no me agrada, si pudiera aceptar ese rechazo tuyo con gusto lo haría pero hay razones que no me lo permiten. — Ustedes son nuestros maximos gobernantes, pueden hacer lo que quieran pero no me pueden obligar a estar a su lado. — Error — responde Jareth — si podemos. — Creo la amabilidad no será parte de esta charla — dice Iven — Pero antes de arrepentirme de mis palabras quiero saber ¿Por qué ocultaste por años que eres nuestra mate y ahora sin dolor alguno quieres rechazarnos? Debiste haber desarrollado algún sentimiento durante el tiempo, desde que supiste que somos almas gemelas. — ¿Alguien en sus cinco sentidos gustaría de estar con hombres como ustedes? Lo primero que hice cuando descubrí esto fue investigar más sobre ustedes, son crueles, son malos, no tienen empatía, creen que por el poder que tienen pueden humillar y denigrar a quien sea que les desagrade o no sea parte de su bello panorama, y si sobre desarrollar un sentimiento o emoción a ustedes trata, solo he podido desarrollar indiferencia — sentencio. Todo lo que ví en ellos fue como se iban tirando a cualquier palo con falda que encontraban, como todo lo resolvian con muertes, llegaron a acuerdos crueles donde muchas personas que no les hacían daño morian pero a ellos no les importaba solo por que esas personas eran parte de una alianza que les convenía o beneficiaba. Conmigo eso no queda... No cuando ellos tenían conocimiento previo de algo que me hizo daño. Los odio con toda mi alma y en el momento que se atrevan a negarse a mis acuerdos haré de sus vidas un calvario. — Por ellos nos quieres rechazar — dice Magnus. — Por esa razón los voy a rechazar — corrijo — solo deben de estar de acuerdo, además es una elección mucho mejor para ustedes. Nunca los he visto compartir una mujer, hay metido varias a su cama Pero ninguna que haya Sido de uno de ellos antes. — Tienes prohibido — dice Alden — rechazarnos. — Ustedes no me pueden prohibir eso — aclaro. — Si podemos — habla Iven. — En caso de que decidas llevarnos la contraria y una palabra de rechazo salgan de esos hermosos labios — empieza Magnus. — Te condenaras a muerte — finaliza Jareth. — ¿Que? — Me sorprende que no conozcas la intensidad de esto Hera... Desde el momento que te dejaste presenciar frente a nuestros ojos eres nuestra, nos perteneces, todo de ti nos hará obsesivos a ti, queremos todo y dejarte ir no es una elección pero si lo que quieres es eso, sentirás el dolor de esa mala decisión en cada parte de tu alma. — No estoy de acuerdo, me están amenazando de muerte por no quererlos. — Y no solo de muerte — habla Alaric — ¿Amas mucho tu preciado reino? Lo mira impactada y mi corazón arde, sabía que esto no sería fácil pero esperaba un rechazo. — Me niego. — Que mal — responde Alaric — por qué saldrás de aquí con una hermosa sonrisa ¿Y sabes que? Ese vestido no impedirá que te toquemos está noche. — Será mejor que te pongas un abrigo — me dice Alden — por qué no saldrás así de aquí. Quiero llorar, de coraje e impotencia. — Pues aquí nos quedamos — respondo — y si se quieren quemar, pueden hacerlo por qué este vestido yo no me lo voy a quitar — hago mi cabello hacia atrás y eso parece hacerlos sentir más mi olor por qué los tensa — por qué el tocarme les va a costar. — ¿Nos amenazas? — se levanta Iven. Me río negando. — No, solo les advierto. — Te pondrás mi abrigo — me ordena Alden quitándoselo. — No, si traigo este vestido es para lucirlo, y si empezamos con este tipo de órdenes, no va a funcionar. Me doy la vuelta y camino hacia la puerta dispuesta a dejarlos con la palabra en la boca abro la puerta, salgo y ellos vienen detrás de mí, me gruñen. — Hera regresa. No respondo, busco a Lucia, debo irme de aquí. En el pasillo que nos lleva al salón aparece tres hermosas mujeres lobo. Malika encabeza en medio a Leonia y Nara, las tres me ofrecen una sonrisa falsa. — Su majestad. Respiro profundo, no puedo sentirme furiosa por verlas, no puedo guardar rencor de algo que no eran conscientes. — Señoritas — saludo. Las tres me repasan con la mirada. — Que hermosa — dice Malika con cierta molestia. Veo su vestido, celeste pastel de brillantes, es elegante Pero más recatado que el mío. — No cree que es un vestido poco convincente para una reina como usted. — Sigo viéndome elegante, eso es lo que importa. — ¿Acaso nos quiere declarar la guerra? — pregunta Nara. — No, solo soy amante de lo plateado, acostúmbrense que me verán muy seguido con algo de esto ¿Buscaban a alguien acaso? — Creo que usted sabe a quienes — dice Leonia. Sonrió asintiendo con la cabeza. — Hera — me llama con fuerza Jareth. Que oportunos, me giro con una gran sonrisa en el rostro. — Alfa — digo acercándome a él — creo que estás señoritas lo buscaban, al igual que Alaric e Iven — digo hacia esos dos que están detrás de él — si me permiten debo regresar al salón. Me intento alejar de ellos Pero Alaric me toma del brazo al igual que Alden, la diferencia es que un guante n***o cubre su piel. — Está conversación aún no acaba, y te pones el abrigo — me da el abrigo de Alden. — ¿Quien te crees para tratarme así? — espeto molesta. — Tu destinado — me gruñe llamando la atención de Malika. — ¿Que?
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