8. Provocación de Hera

1831 Palabras
Iven Vorg Hera abrocha mi abrigo en su cuerpo mientras camina molesta, es tan tierna y bella, la Diosa Luna ha sido generosa con nosotros, nos ha dado una mujer hermosa y con un carácter de fiera. Su hermoso cabello castaño se ondea en el aire golpeando con ese aroma tan único de ella. Vainilla Ahumada: Una mezcla de la dulzura suave de la vainilla con un toque de madera ahumada, creando un aroma cálido y envolvente. Su cuerpo es delicado y hermoso, en ese jodido vestido resaltaba sus atributos. — ¿A dónde vamos? — interrogó de manera soberbia. Me mira por encima del hombro, ojos hermosos. — Al auto, mis hermanos ya deben de esperarnos ahí. — ¿Por qué solo tu has venido por mi? — Debían encargarse de unas cosas y no creo que hubiera terminado bien si uno de ellos hubiera venido por ti. — ¿Por qué? — ¿Sentiste mi presencia observándote? Ella se detiene y gira a verme. — No, solo cuando estábamos dentro del salón los sentí a ustedes observándome de manera preocupante mente obsesiva. Ignoro lo último que es cierto. — Ves, soy cauteloso, si no lo hubiera sido probablemente tendrias un plan de escapatoria para no venir con nosotros. — Está en lo correcto. Se gira retomando el camino. — ¿Ahora me llamas de usted? Hace unos segundos era tu. — Estaba pensando que si son nuestros máximos jerarcas, como todos, yo debo respeto, cuando le hable de tu fue por qué tenia presente la razón que nos une pero como no sera por mucho, es mejor les hable de usted. Mi lobo gruñe molesto, estamos llegando al estacionamiento. — ¿Por qué estás segura que no será por mucho tiempo mi luna? Se gira regalándome una hermosa sonrisa. — Por qué me encargaré de eso personalmente. La tomo de la cintura acorralándola contra uno de los autos, contiene el aire llevando sus manos a mis hombros. — Hera — gruño inclinándome hacia ella, es muy pequeña — mi luna — respiro el aroma en su cuello y cabello hasta llegar a su oído — lo que te dijimos que sucederá si lo haces es en serio, ninguno de nosotros quiere un rechazo contigo — su corazón late como un loco, empiezo a besar su cuello sin poder resistirme, aprieta su agarre en mis hombros. — No quiero ser nada de ustedes — susurra cohibida. — Pero lo serás, eres nuestra mate y serás nuestra luna, mujer, esposa y madre de nuestros hijos, serás quien despierte todos los días en nuestra cama y vamos a idolatrar como una diosa — tomo su mandíbula con mi mano haciendo me vea a los ojos — y solo tendrás ojos para nosotros Hera — acaricio su labio inferior con deseo de besarla. Sus ojos están brillosos, su cuerpo caliente y veo la necesidad de hacerlo. Lleva ambas manos a mi muñeca impidiendo siga. — Creo que aún no me entiende Alfa — su voz agarra fuerza y severidad — no los quiero, mucho al contrario, los odio, los aborrezco y sino fuera un ser respetable, también seria parte de quienes los quieren despojar de su poder... Debería sentirme furioso, molesto con ella y el odio que expresa en sus palabras Pero me encuentro atraído hacia ella, como un enigma, es lo que siempre odie sentir, este lazo que me hace su esclavo, era lo que más temia de encontrarla. — Aprenderás a amarnos, eres la dama del destino, el tuyo ya está unido al nuestro, se sabía y debes saber que esto quedara sellado — me inclino tomándola de las piernas y la echo a mi hombro. Me aseguro de no ser brusco, aún así grita furiosa y frustrada, sus manos se apoyan de mi cadera y me sorprende que el vestido no se reviente con esos diseños de plata. Llego a la fila de autos donde me esperan mis hermanos impacientes. — ¡Por fin! — expresa Jareth — pensaba ir yo por ustedes. — Bájame por favor, hemos llegado — pide Hera de manera amable y delicada. Sigue siendo una ternura luego de todo. — ¿Por qué la cargas como un bruto? — me gruñe Magnus. — Empezó a hacer un berrinche ¿Verdad preciosa? — le digo a Hera poniéndola de pie entre nosotros. Alden baja la ventana del auto para vernos. — ¿Que berrinche? — abre la puerta del auto. — De que los odio — responde ella — de que me son indiferentes y no quiero ir con ustedes. Magnus que es el más paciente con ella junto a Jareth se acercan a ella, yo la tomo del hombro inclinándome le doy un beso en la cabeza. — Te veré en el auto — me subo al mismo dónde está Alden — ¿Y Alaric? — Se irá en el auto de enfrente con Jareth, Magnus y Hera se irán en este, los guardias nos respaldan por enfrente y por atrás. — ¿Has mandando a llamar a más guardias a caso? Alden me ve a los ojos. — Parece que nos están siguiendo. Tenso la mandíbula molesto. — ¿Santiago? — Si, parece que ha regresado. — Tendremos que tener cuidado con Hera, si se entera que tenemos a nuestra luna, irá por ella — miro hacia donde se encuentra. Magnus toma entre sus manos su delicado rostro y está tensa, tratando de no caer en lo que hay entre nosotros. — Parece que tú no lo entiendes — le habla Magnus con suavidad— es más fácil para otras especies entender este sentimiento por qué con nosotros los licántropos este sentimiento se desarrolla tan rápido cuando encontramos nuestra alma gemela, se vuelve intenso con solo verla y olerla, no necesitamos conocerla para quererla... — se inclina y la obliga a alzar la cabeza — y esto está ocurriendo contigo nuestra pequeña reina, eres joven y aunque haces un gran trabajo, pareces no conocer el sentimiento de nosotros, solo quiero que seas paciente y comprensible, que podamos llegar aún diálogo y nos expliques por qué te niegas a estar con nosotros, sabes que no podemos dejar ir, así que tienes que subir al auto con nosotros. Hera se queda callada mirando a Magnus a los ojos, una de sus manos tiemblan, y veo las lágrimas al borde de sus mieles ojos. — Está bien — su voz está cargada de impotencia y algo más que no comprendo. Magnus abre la puerta y ella sube, luego el y queda entre Alden y Magnus. — Manejare yo — le digo a Alden. Me cambio de asiento, el auto donde están Alaric y Jareth arranca, les sigo y salimos del castillo. Es un lugar antiguo que se usa para grandes galas, es propiedad del concejo. Hera está recta, tratando de no pegarse a ninguno de los dos. Alden toma una de sus manos y la entrelaza con la de él, ella respira pausadamente, no se niega pero sigo sintiendo su odio hacia nosotros. No le hemos hecho nada pero si lo analizo desde un lado profesional, ella es pureza, paz y amor, mientras nosotros somos guerra, sangre y muerte. Entiendo su frustración. — ¿Tienes hambre Hera? — pregunto preocupado. Llevamos horas y no la vi comer nada. — No. Que fría. — Hera — la llama Magnus — ahora vamos a nuestro hangar y puedes comer lo que desees en el jet pero si hay algo en específico nos gustaría saber para asegurarnos que haya. Magnus le habla con un cuidado y delicadeza que nunca había visto que me es difícil no sorprenderme, toma su rostro con suavidad y gentileza como si Hera fuera una muñeca de cristal que tema lastimar o romper. — En serio no tengo hambre Magnus — asegura alejándose del toque de él. Miro a Alden que no parece muy sorprendido de como ella se aleja pero si curioso. Magnus es comprensible con ella. — ¿Algo que se te antoje? — insiste. — Es muy noche, tal vez crema batida con mora. — Eso no es un alimento que te llene — le digo. Suspira molesta. — Carne, quiero carne... — los tres asentimos con la cabeza — Humana — agrega. Frunzo el ceño, que petición tan rara, asentimos con la cabeza de nuevo. — Está bien — dice Magnus sacando su celular, llama a alguien, hay una pausa y ella nos mira confundida — quiero carne humana fresca... — ¡¿Que?! ¡No era literal! — le baja el celular a Magnus — dile que no, solo quiero carne normal, asada o algo así — dice viendonos como si estuviéramos locos. — Tu lo pediste — le dice Alden. — Pero no era en serio — espeta. Magnus cancela el pedido anterior por carne normal. — Ya lo cancele — responde Magnus. — ¿De dónde iban a sacar la carne humana? — interroga. — Tienes razón, tuvimos que pensar en eso antes, no le podemos darte cualquier carne humana de cazadores — bromeó — a menos que te guste ¿Te gusta la carne de cazadores? — No, y no se mata por diversión o exigencias bobas — nos regaña. Alden se empieza a reír llamando la atención de Hera, Magnus y yo le seguimos, me empieza a doler el abdomen. — ¿De que se rien? ¿Están locos? Ya no decimos nada mientras ella nos mira con seriedad y molesta. Llegamos al hangar, Alaric y Jareth ya están esperando, subimos al Jet, Hera no le presta atención lo grande que es el hangar y los Jets que hay. — Hera — la llamo tomando una caja que hay en uno de los sillones — ropa cómoda para ti, es mejor que te quites el vestido por tu comodidad. Ella mira la caja y luego a mi. — No gracias, así me siento cómoda, ademas tengo tu abrigo. — Hera por favor — le dice Jareth. — Si no les gusta mi vestido, tendrán que quitarmelo ustedes y a como veo las cosas no creo que puedan ¿O si? Alaric le gruñe haciendo retroceda. Me tenso, más que una negación parece una invitación de su parte. — Toma la caja y ve a cambiarte, por qué si no lo haré yo. Hera alza las cejas sin creerlo. — No. Alaric se levanta de su asiento viniendo hacia donde estamos. — Contaré hasta tres — le advierte. — Te vas a quemar — le responde Hera con seguridad. — ¿Por qué te empeñas en hacer esto tan difícil? — Por qué si yo no estoy cómoda, ustedes tampoco. Miro a mis hermanos pero ellos solo miran con atención a Alaric. — Uno — gruñe Alaric — Dos — dice Hera. — Hera. — ¿No sabes cuál es el número que sigue? — pregunta con falsa duda. — Alaric — dice Magnus con advertencia. — Tres.
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