Hera Kade
Doy un paso atrás observando sus manos.
— Pero si lo quitas será sin guantes, por qué tocarme tiene un precio, a mí no me van a tratar como a Malika, Leonia o Nara, quieres quitármelo, pues hazlo bien o sino me dejan con mi vestido.
Alzo la mirada esperando su respuesta, parece bastante impactado con mis palabras.
— Alaric no te va a quitar nada — asegura Alden poniéndose a mi lado, pone una mano en mi espalda baja — si te quieres quedar con eso está bien, Pero si por comodidad elijes usar algo más, ninguno de nosotros te va a tocar sin tu consentimiento Hera — aclara haciendo que lo vea — ahora por favor vamos por algo de comer.
Magnus se pone a mi lado y Alden se queda con Iven, Jareth y Alaric.
Me alejo junto a Magnus de ellos, trato de no arrancarme el cabello del estrés que esto me ocasiona, las ganas y el deseo de llorar, quiero que me rechacen, que me alejen por qué no los quiero cerca, los quiero a miles de kilómetros lejos de mi.
No quiero sentir como se pueden tirar a otro mujer por qué me va a quemar en el alma y no es justo que siga sufriendo por ellos. Tengo marcadas todas las veces que se llevaron a una mujer diferente detrás de otra a la cama.
— ¿Cómo le pido al chef tu carne Hera? — pregunta Magnus.
— Filete Wellington — pido sentándome en uno de los sillones cerca.
Es un platillo que envuelve un filete de res en masa hojaldrada, con un relleno de duxelles, una mezcla de champiñones y, a veces, foie gras o jamón serrano. Se hornea para lograr una corteza crujiente y un interior jugoso. Es mi platillo favorito en la carne junto a otros. Espero puedan servirlo sin problema.
— ¿Vino? — pregunta Magnus.
— Merlot por favor.
El sonríe asintiendo con la cabeza, desaparece menos de cinco minutos.
El vestido es incómodo y empieza a darme frío.
— ¿Algo más? — Magnus me lleva aún sillón con una mesa de por medio.
— ¿Un capuchino? Empiezo a tener frío — respondo mirando por la ventana.
— Está bien ¿Segura estás cómoda? — me analiza.
— Si muy cómoda — aseguro.
Alaric, Jareth e Iven se queda del otro lado del jet, Alden viene hacia donde estamos Magnus y yo y me siento rara.
Me siento... De una manera que no me había sentido antes, segura.
Cierro los ojos conteniendo las lágrimas pidiendo perdón. Yo los odio, yo sé que si.
Pero también tengo miedo, mucho, Contengo el deseo de golpear mi pecho, ese sentimentalismo tan puro que inunda mi corazón es tan detestable para mí.
Mi comida llega junto al vino, y el aroma hace que mi apetito se despierte, me quito el abrigo por las grandes mangas, Magnus y Alden me miran.
— ¿No tienes frío? — pregunta Alden.
— Si Pero las mangas son muy largas.
— Le hablaré a la aeromoza para que te traiga un abrigo de tu talla.
Sonrió como agradecimiento y empiezo a comer, joder, quiero ese chef trabajando para mí, cocina muy rico, nunca había disfrutado tanto este platillo, Magnus y Alden me acompañan comiendo lo mismo, la sobre cargo nos sirve el vino.
— ¿Te gusta? — pregunta Alden.
— Si, está increíble — aseguro.
— Luego de esto puedes dormir, queda una hora aún para llegar, estaremos llegando en la mañana.
— Gracias ¿Creen que me pueda comunicar con Lucia? No me dejaron ni tomar mis cosas.
Magnus se aclara la garganta.
— Vienen con nosotros, no te preocupes.
— ¿Lucia?
— Tus cosas.
Oh... Esperaba más de ellos.
Cómo ellos lo dijeron llegamos en la mañana a su manada, la principal, nunca había venido aquí y no pude ver mucho, son apenas las 5 am, tienen una mansión muy bonita, recorrimos varios kilómetros de bosque para llegar aquí.
Me han dado una habitación muy hermosa, espaciosa y con un gran baño, cierro con seguro y me quito el vestido suspirando de comodidad, luego de varias horas es insoportable, saco de mi estuche un pequeño desmaquillante, y me meto bajo el agua.
Se siente tan bien, cierro los ojos relajándome.
— ¿Por qué no puedo jugar con más niños papá? — dejo la muñeca y el alza la mirada dejando de agarrar la tasa de te.
— ¿No te gusta jugar conmigo a caso? — pregunta indignado.
Sonrió tratando de no reír.
— Claro que sí papá, eres el que mejor sabe interpretar a la princesa Mily — halago.
— ¿Entonces por qué esa pregunta mi princesa?
— Mi hermana si puede jugar con más niños y puede salir...
El se tensa y me mira preocupado.
— ¿Cómo sabes de tu hermana Hera?
— Hoy, cuando salí la Vi con mamá...
Abro los ojos oyendo los toques de la puerta, me levanto de la cama tomando la lámpara, miro hacia las ventanas, sigue algo oscuro aquí, supongo que por las cortinas.
— ¿Quien? — pregunto cerca de la puerta.
— Soy Jareth, ya es medio día y no sabíamos nada de ti, pensamos que...
— Había huido — termino por el bajando la lámpara, abro la puerta — sigo aquí... — joder...
— Mierda — gruñe viéndome de la misma manera que lo veo yo a él.
Solo tiene un pantalón pijama gris, y lo demás... Que músculos, ese abdomen, el pecho... Retrocedo yendo por la bata me cubro con mis manos ¡Joder! Estoy en pijama.
La bata esta en medio de la cama, me inclino para tomarla y rápido me enderezó sin poder alcanzarla, el gruñido me eriza la piel. Mis mejillas agarran fuego, en mi defensa recién despierto, aún tengo sueño.
— ¿Hera?
— Si ya lo sé, no había ropa interior en el cajón, vete de aquí ¿Quieres? Por favor — pido cubriéndome la cara.
Esto no me puede estar pasando a mi.
— Estaremos en la sala ¿Recuerdas el camino?
— Si — respondo.
Oigo como se cierra la puerta y suspiro volviendo a respirar. Me dejó caer en la cama maldiciéndome.
Me vio el alma.
Soy idiota ¿Cómo puedo ser tan distraída ante ellos? Nunca he Sido así, al contrario soy muy controladora conmigo mismo, audaz y muchas cosas.
Me pongo la bata, me lavo la cara y me cepillo, tomo la caja que no quise abrir ayer, hay un pants n***o acampanado, un top y suéter deportivo, está perfecto.
Me cambio, me hago una coleta de caballo y bajo a la sala. Oigo sus voces desde varios pasos antes de estar ahí, no logro entender lo que dicen, los nervios me invaden.
Tu solo finge que no paso, muevo mi cabeza y estiró el cuello antes de entrar a la sala y si aquí están ellos.
Jareth sigue sin camisa, a excepción de los otros cinco, me sonrojo de manera tonta, no lo puedo creer, no es el primer hombre que veo semi desnudo por Dios.
— Buenos días — digo a los cinco.
— Buenos días.
— ¿Cómo dormiste?
No sentí que dormí, el sueño sigue vivido en mi cabeza. Debo cambiar de estrategia si ellos no quieren un rechazo.
— Bien gracias ¿Y ustedes?
— Bien, muy bien contigo aquí — responde Iven.
Yo en cambio me siento confundida.
— ¿Te parece si comemos algo primero? Y así luego hablar.
— No tengo hambre, así que será mejor que hablemos primero si ya han comido pero sino, me gustaría un café sin azúcar y con leche.
— Muy bien, el café será.
Ellos se levantan, pasan por mi lado haciendo un ademán para que los siga, Jareth pide sirvan el desayuno y mi café, Alden saca una de las sillas para que me siente, ellos se sientan.
— ¿Dormiste bien? — pregunta Magnus.
— No sentí haber dormido, en realidad no recuerdo en que momento me quedé dormida.
Me sorprende lo rápido que sirven el desayuno y mi café, lo pruebo deleitándome con el aroma. Empezamos a desayunar y ellos hacen preguntas que respondo con si y no, casi acabando con su paciencia de un intento de dialogar conmigo.
— ¿Por qué mejor no hablamos de la razón por la cual estoy aquí? — voy director al punto.
— Yo opino lo mismo — responde Alaric — me causa curiosidad tu indiferencia y desprecio hacia nosotros cuando aún no hemos hecho nada.
— Aún — sonrió — osea que si harán algo.
— Si nos obligas probablemente.
— Está bien, hablemos de eso — responde Iven.
— Nosotros por hablar solo tenemos dos cosas ¿Por qué nos odias? Y ¿Por qué nos quieres rechazar? En realidad tenemos nosotros más motivos para tener está indiferencia contigo, tu sabías de esto desde hace más de dos años y no dijiste nada.
— No los odio en realidad — miento — solo me parecen unas personas despreciables que no quiero en mi vida, no me veo compartiendo mi vida con cinco hombres que no conocen ni el remordimiento, además no quiero ni imaginar el infierno que podría vivir a su lado, es cierto, no dije nada pero durante estos dos años los he observado perfectamente para saber que no son lo que quiero en mi vida, mientras ustedes se dedican a lastimar a la gente, yo hago lo contrario, proteger, amparar y brindarles un hogar, han lastimado inocentes solo por qué eran un problema para grandes planes, no es justo, ustedes van en contra de mis principios — respondo.
— Ninguna mujer me había despreciado tanto en la vida en tan pocos minutos — se queja Iven incrédulo.
— Tendrás que aprender a vivir con esto entonces — responde Alaric.
— ¿Por qué? ¿Que me obliga? Yo estoy dispuesta a morir con tal de no vivir un momento a su lado.
— ¿Dejaras desamparado a tu reino? — pregunta Alden.
— El concejo me amenaza con expulsarme y ustedes con matarme, no hay muchas opciones sobre la mesa.
— El aceptar y evitarnos un gran dolor a los seis ¿No cuenta? — pregunta Magnus.
Oh Magnus, mi mayor anhelo es que sufran y se arrastren como han hecho ustedes con varios.
— No.
— Es probable que tú sufras más que nosotros, somos cinco, igual morirás en el rechazo, tenemos más de 30 décadas y te hemos encontrado hasta hoy, no tienes opciones Hera, eres la única mate que hemos tenido y estoy seguro que seras la única, así que mejor piensa en un acuerdo más sensato — me responde Alden.
— Sino aceptan un rechazo sufrirán más ustedes que yo — advierto.
— ¿Por qué tan segura? — pregunta Jareth.
— Por qué yo me encargaré de eso.
Jareth sonríe.
— Te ofrezco un mejor acuerdo.
— ¿Cuál?