Una canción sobre pérdidas y segundas oportunidades que nunca terminan de llegar, llenan la carpa y evito poner los ojos en blanco. Una ironía flotando en medio del ornamentado con cristales, flores blancas, y sonrisas hipócritas. No necesito mirarla para saber que Prisca también lo ha notado. Siento cómo se le tensa el cuerpo, cómo sus dedos, antes apoyados con simple corrección sobre la mesa, ahora se cierran sobre la servilleta con una fuerza contenida.
—Tu madre, sin duda, —le murmuro apenas, sin voltear.
Ella no responde.
Muevo la cabeza hacia ella justo cuando deja el tenedor a un lado. Su plato está vacío. Veo su plato vacío y me alegra, aunque no lo diga. Su salud —la del bebé— es ahora mi prioridad, por encima incluso de su obstinación. Pero ahora no es el momento para una conv
