— Entonces estuviste sin pan y sin agua durante dos días... — comento Lucifer.
— Eso no es importante ahora, Lucifer. — suspiro. — he aguantado cosas peores, eres testigo. — le dijo, lo mire un tanto incómoda, Bael me miraba de reojo, no parecía querer prestarme mucha atención.
— Lo sé. Por cierto, ¿No piensas saludar a tu reina? — preguntó Lucifer desconcertado. — ¿Acaso la culpas por haber pasado dos días en el calabozo? — preguntó frunciendo el ceño.
— No señor, para nada. No es así. — camino hacía mí, se inclinó, posando una rodilla en el suelo y en la otra posicionando su brazo, inclinó su cabeza hacía abajo. — muchas gracias por honrarme con su presencia, su majestad. — dijo Bael.
— Levántate Bael, no tienes porqué decirme así. — lo corregí. Él llamaba a Lucifer por su nombre,
