Eran quince minutos después de la hora en que se suponía que se encontrarían, y Anastasia, quien había sido la primera en llegar, estaba sentada en una de las sillas del restaurante, murmurando para sí misma.
—¿Dónde diablos está? — se preguntó.
Con un suspiro, tomó su teléfono y lo desbloqueó justo cuando llegó un mensaje de texto, pues esperaba que fuera un mensaje de Lloyd, pero no lo era.
—¿Anastasia? — Decía el primer mensaje.
—Este es tu número, ¿verdad? Sé que este es tu número — Decía el segundo mensaje y en ese momento, tras leer solo esos dos mensajes, Anastasia dudó que el número fuera de Lloyd.
—¿Quién eres?
Tecleó, dudando por unos segundos antes de enviarlo.
No pasaron más de unos segundos antes de que ambas barras se tornaran azules, indicando que el remitente había
