—¡Mierda! —murmuró Isabella entre dientes mientras retrocedía tambaleándose, agitando la mano en un intento de deshacerse de la sensación de ardor que el café había causado al derramarse sobre su blusa y su mano.
—¿Isabella, estás bien? —Anastasia se apresuró a acercarse a ella, revisándola incluso antes de que el culpable pudiera pronunciar una sola palabra.
Y cuando finalmente lo hizo, ambas giraron la cabeza hacia él.
—¿Se encuentra bien, señorita Montoya?
Isabella entrecerró los ojos al reconocer al hombre familiar, por otra parte, Stuart Reeds forzó una sonrisa, aunque el gesto se parecía más a un espasmo que a una verdadera expresión amistosa.
—Lo siento, no estaba prestando atención a dónde iba, ¿Espero que no se haya lastimado? —preguntó con un tono que dejaba ver un ligero ne
