—¡Ja! —Jena, una de las muchas secuaces de Katherine en el pasado, soltó una risa dura, llevando la mano a su costado. Era casi como si ver a Isabella en un jardín de infantes después de cinco años fuera algún tipo de comedia ridícula. Después de recuperarse de su risa unilateral y completamente innecesaria, señaló con la mano a la joven de cabello blanco, alzando la voz aguda mientras hablaba— Vaya, en verdad eres tú, Isabella. La mencionada frunció el ceño ante lo horrible que sonaba su nombre saliendo de una voz tan chillona como la de Jena, a pesar del malestar que le generó, Isabella tan solo mantuvo su expresión gélida y sin decir una sola palabra. —De verdad, no puedo creer que nos encontremos así, sabes, después de todos estos años, jamás pensé que tendrías la audacia de mos