¿En dónde está Facundo? Lo busco por los alrededores, pero no lo encuentro por ningún lado. Respiro hondo, ¿qué mal podría hacer? Ni siquiera me conoce, ni a Santiago, entonces… ¿por qué le preocuparía que nos besamos? Ana se está comiendo las uñas y chasquea la lengua todo el tiempo. Arqueo una ceja y la miro con atención, algo le pasa. —¿Qué pasó? —le pregunto. —¿Por qué? —inquiere. —Estás nerviosa y se nota. Traga saliva y suspira. Luego mira las puntas de su pelo, sus uñas, se entretiene hasta con una mosca, y más tarde vuelve a bufar mientras se cruza de brazos. —Bueno, es que fue mi culpa que los haya visto. Porque se ve que le gustó que comiera pan, entonces lo seduje un poquito mientras vos te fuiste, nos dejamos llevar y nos fuimos para allá. La cuestión es que yo no