CAPÍTULO 49: Confiar

1871 Palabras
Tú si sabes quererme© Safe Creative Código 2109289374098 Izel -1 semana después - De pronto, de un día para el otro mis sueños se hicieron realidad y no puedo creerlo. Durante años estuve buscando la oportunidad y ahora la tengo, aquí está, y me siento tan feliz que no he podido dejar de sonreír en todos estos días así como no he parado de trabajar. Al cerrar el trato con Miguel el movimiento en el taller aumentó, no solo porque los diseños se mejoraron y él los supervisó todos junto conmigo, sino por la cantidad de personal que llegó para echarnos la mano ya que tenía que estar todo en tiempo y forma para los siguientes pasos: ensamblaje, fotografías, publicidad y posiblemente uno que otro artículo que tengo que hacer para darme a conocer. Todo es maravilloso, la vida me sonríe pero, por dentro estoy profundamente triste porque no sé nada de Enrique, absolutamente nada. Sé que en este momento debe estar con su esposa, en su casa o posiblemente trabajando pero, ni siquiera me ha hecho una llamada, supongo que esperar es mi nueva palabra favorita. Quisiera en verdad, compartir esto con él, tenerlo a mi lado y abrazarle feliz, diciéndole que por fin mis joyas estarán en los mejores locales. Enrique, él me daría un beso sobre la frente y con esa voz tan bonita me murmuraría que está orgulloso de mi. Aún llevo en mí los recuerdos de la última vez que estuvimos juntos, sus caricias, sus besos, los murmuros al oído donde me decía que me amaba, ese momento donde el alba llegó y yo lo vi partir… todo eso aún queda grabado en mi mente y yo, lo estoy poniendo en papel; si no podemos gritar nuestro amor al mundo, yo haré que la gente lo lleve en joyas. ⎯Que bonito diseño ⎯ escucho la voz de Miguel detrás mío haciendo que salte. ⎯Lo siento, mi intención no era asustarte. ⎯No, no pasa nada… lo que pasa es que estaba muy concentrada. ⎯Ya lo vi, ¿qué es eso? Miguel ve mi diseño y sonríe ⎯ Son Xochiquétzal y Tlazoltéotl ⎯ le digo segura. ⎯¿Cómo?⎯ pregunta, para luego reír. ⎯Las diosas aztecas del amor y la sexualidad, serán pendientes⎯ le explico⎯ este es su penacho de plumas de quetzal, verdes como el jade y sus ropas son rojas con verdes. Evidentemente este es un diseño muy avanzado pero ya con el material se verán así⎯ entonces le muestro los pendientes largos y él asiente. ⎯Son muy bonitos, ¿cómo se te ocurrió? ⎯Bueno, toda esta colección está basada en el amor, ¿no es así?, por lo que se me ocurrió hacer pendientes de las diosas que seducen a los hombres. La mayoría se va con afrodita pero yo haré a Xochiquétzal y Tlazoltéotl, no muchos la conocen, por eso serán especiales⎯ le justifico. Miguel sonríe⎯ me encantan, serán las piezas principales de la colección ⎯ me asegura. ⎯No, no tienes porque hacer eso, solo, se me ocurrió… Miguel se sienta en la silla que está al lado de mi mesa y suspira ⎯Tienes un gran talento Izel, pero si tú no te la crees, jamás se reflejará. Por más que te lo digan pensarás que no es así. Suspiro⎯ gracias, aún me cuesta un poco de trabajo pero, gracias.⎯Dibujo un poco más el detalle de las plumas cuando siento su mirada sobre mi, volteo a verle de nuevo y él me sonríe⎯ ¿Qué pasa? ⎯Nada, ¿no quieres ir a cenar? Niego con la cabeza ⎯ no, está bien… prefiero terminar y… Miguel me quita con cuidado el lápiz y lo deja a un lado⎯ llevas días llegando a las seis y yéndote a las dos de la mañana, no comes, apenas bebes agua…¿qué es lo que tratas de hacer? ⎯Solo estoy concentrada en mi trabajo, es todo. Él niega con la cabeza⎯ estás tratando de esconder algo con trabajo… y como sé que no me dirás que es, al menos déjame invitarte a cenar, no quiero que la diseñadora de mi colección más esperada se desmaye. Suspiro, la verdad es que desde que regresé a Madrid ni siquiera me he dado a la tarea de relajarme, de descansar o al menos dejar de pensar en trabajo pero, no puedo, simplemente no puedo, en cuánto me distraigo Enrique viene a mi mente o más bien, se hace evidente y la tristeza me gana. ⎯¿Qué dices? , vamos rápido y luego te llevo a tu piso⎯ insiste. Asiento con la cabeza⎯ O.K, vamos. Miguel apaga la lámpara que estaba dando directamente a la hoja y nos quedamos solo con las luces del taller. Yo tomo mis cosas y antes de salir siento como me pone el abrigo sobre los hombros. ⎯No quiero que mi mejor diseñadora se enferme. ⎯Se necesita más para que me enferme⎯ le contesto. Ambos salimos del taller y comenzamos a caminar sobre la acera. El cielo de hoy está particularmente bello, las lunas de invierno son preciosas en Madrid, aunque el frío no es mi mejor aliado en este momento. Nos acercamos al carro de Miguel y él se sigue de paso. ⎯¿No iremos a cenar? ⎯ inquiero. ⎯Sí, pero donde te llevaré está a una cuadra más, podemos ir caminando ⎯ me responde. Volteo a verle y esbozo una mueca tratando de no reírme⎯¿qué?, no tengo el perfil para caminar. ⎯No es eso, solo qué… nada. No suelo ser así, solo que usted no sé. ⎯Tú⎯ me responde⎯ háblame de tú. ⎯Bueno, solo que tú eres diferente. ⎯¿De qué manera? ⎯ me pregunta. ⎯Pues… da la imagen de ser uno y luego sales con que no eres así. No sé si sea bueno o malo, yo suelo ser transparente⎯ le confieso. Miguel sonríe, puedo ver los pequeños hoyuelos en sus mejillas⎯ Ser transparente es bueno pero, cuando estás en el mundo de los negocios a veces debes esconder quién realmente eres para no salir herido. A veces tanta transparencia puede hacer que tu enemigo más fuerte se aproveche de eso y te lastime. Si finges ser uno proteges a quién importa de verdad.. que al final, eres tú⎯ me explica. Me quedo en silencio. No sé si este hombre me está leyendo la mente o conoce algo sobre mí, pienso. ⎯Este es el que soy Izel, un hombre sencillo que te trae a comer comida callejera⎯ me comenta y me muestra un local donde venden tostas ⎯¿no me crees? Sonrío ⎯ no sé, soy bastante desconfiada. ⎯Bueno pues, ¿qué quieres que haga para que confíes en mí?, ¿quieres que te dé la clave de mi tarjeta de crédito?, ¿las llaves de mi casa?, ya sé, ¿te confieso mi secreto más obscuro?⎯ bromea. ⎯No, no, no… ⎯ respondo entre risas⎯ te creo, simplemente soy así, cuando conozco gente suelo desconfiar, es mi forma de protegerme de lo que sé que vendrá. ⎯¿Qué?⎯ pregunta interesado, mientras seguimos esperando nuestro turno para pedir de comer. Me quedo en silencio un momento⎯ hace rato me dijiste lo del talento, que si yo no me la creo por más que me lo digan no me la creo. ⎯Así es… ⎯Bueno, no es que no me la crea, simplemente que mis orígenes y mi tono de piel siempre dicen todo lo contrario. Por ejemplo, cuando te conocí hace días atrás, al llegar al lobby notaste primero a Thalia que a mí, sino fuera porque ella me presentó hubieses pensado otra cosa de mi, que soy la asistente, o la criada o no sé… lo que creas. Las personas siempre suelen hacerme menos por mi tono de piel, por mi acento, por mi cabello; siempre tratan de cambiarme y de “mejorarme”. He ganado becas en las mejores escuelas y soy estudiante de diez y muy talentosa, soy la primera de mi clase y me vine de intercambio a Madrid para aprender pero, la gente no se fija en eso, piensan que soy menos por mis orígenes, así que, sin querer, me he acostumbrado a parecer que todo es “menos”, cuando en realidad es más, mucho más. Por eso es que soy tan desconfiada, para protegerme de lo que dirán porque entre más crezco, menos soporto los cuadros racistas; el r*****o me quitó al amor de mi vida y casi mi sueño, no estoy dispuesta a aguantar más⎯finalizo mi discurso dejando a Miguel en silencio. ⎯¿Qué quieren?⎯ pregunta el hombre que atiende viendo a Miguel. Él voltea a verme ⎯¿qué quieres? ⎯Una tosta simple… ⎯ respondo. ⎯Que sean dos⎯ agrega Miguel. Ambos nos quedamos esperando la orden en silencio y muy dentro de mi pienso que tal vez hice mal en decirle todo eso. Debí quedarme callada y guardarme todo para mí, a veces se me olvida que no todos son como Enrique, que no todos me ven como él y me escuchan como lo hace él. En cuanto nos dan la comida, Miguel y yo nos alejamos hacia una mesa vacía que tiene un calentador y da para un parque con una vista de la luna preciosa. Nos sentamos ambos y él me ve a los ojos. ⎯Yo te vi a ti⎯ me comenta. ⎯¿Cómo? ⎯El día que fuiste a la oficina yo te vi a ti primero y luego a Thalia. Te vi como te veo ahora, a los ojos, de frente, así como veo tu talento, tu fuerza, tu endereza… puedes confiar en mí, Izel Santa Cruz, y no solo como socio, sino como amigo, todos necesitamos un amigo. ⎯Gracias pero, ya tengo uno⎯ contesto y él sonríe. ⎯Lo sé, pero aún así… un amigo que te invite a cenar o simplemente quieras platicar, no tienes que vivir tu vida protegiéndote, conmigo puedes ser tú misma. No sé ha que viene este ofrecimiento pero por el brillo de sus ojos sé que es verdad. Tal vez Miguel tenga razón, un amigo no me caería mal y quién más que mi socio para serlo. Así le doy una mordida al pan y siento el sabor en mi boca. ⎯¿Está rico, no?⎯ inquire. Asiento con la cabeza ⎯ gracias Miguel, en verdad gracias. ⎯De nada, y mi oferta sigue en pie Izel… ⎯ me recuerda. ⎯ Gracias⎯ respondo y luego continúo comiendo en silencio. No voy a negar que me siento mal comiendo en un hermoso lugar junto con Miguel mientras que, Enrique, posiblemente la esté pasando mal. Sin embargo, no dejo de pensar en todo el tiempo que tendré que esperarlo, pueden ser dos semanas o años y tampoco quiero estar sola, tal vez un amigo no me caiga nada mal; porque esperar no debe ser solitario. ⎯Mañana yo te invito a desayunar ⎯ hablo sorprendiendo a Miguel ⎯¿quieres? ⎯¿Eso significa que confiarás en mí? ⎯ me pregunta entre sonrisas. Asiento con la cabeza ⎯ confiaré en ti, no me hagas arrepentirme ⎯ hablo en un tono amenazante pero en broma y él asiente. ⎯Venga, te acepto el desayuno ⎯ contesta para después volver a cenar en silencio.
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