CAPÍTULO 47: Suertes echadas

1274 Palabras
Tú si sabes quererme© Safe Creative Código 2109289374098 Salvador Enrique y yo hemos sido amigos de toda la vida, literal. Sus padres y mis padres se conocieron en el hospital donde nacimos ya que él nació dos días antes que yo. A nosotros no nos unieron las alianzas, ni el dinero, nos unió la amistad, el apoyo mutuo y el cariño; siempre hemos sido inseparables. Así que hoy que lo escucho hablar por el teléfono, con la voz entre cortada y sin poder gritar lo que necesita, me parte el lama en dos. Jamás pensé que conocería a un hombre cuya vida fuera tan horrible como esta, ¿a caso sus padres no tiene corazón? ⎯Carolina está enferma ⎯ me confiesa. Me quedo en silencio porque no sé qué decirle, ni como reaccionar. ⎯¿Me dirás algo? ⎯Lo siento ⎯ contesto. ⎯¿Sabes lo que esto significa? ⎯ me pregunta. Atrás puedo escuchar el movimiento del hospital y como llaman a los doctores por el alta voz. ⎯ Enrique, no es tu culpa que esté pasando esto. ⎯¡Mi madre sabía! ⎯ expresa en voz un poco más alta ⎯ mi madre lo sabía y sus padres también y aún así no les importó. Carolina me pedía que lo lleváramos bien el día de la boda y yo le dije que no la amo. ⎯Porque es verdad, no la amas. Enrique, esto no es tu culpa, ¿entiendes?, no lo es… ⎯ insisto. ⎯ No tienes porqué quedarte en esa relación y lo sabes… ⎯¿Y abandonar a Carolina?, le acaban de diagnosticar cáncer, ¿dime con qué corazón la dejo? ⎯ escucho. El silencio vuelve entre los dos y yo suspiro. La madre de Enrique es tan hija de puta que se aprovechó del corazón y la bondad de su hijo para casarlo con una mujer enferma y que es imposible abandonar. No lo hará, Enrique no tiene la frialdad de su familia para decirle adiós. ⎯El plan con Izel no se puede cancelar ⎯ le comento. ⎯Ella te ama. ⎯Y yo la amo a ella con el alma pero, ¿cómo puedo seguir con el plan de hacer una vida con ella si no sé cuánto tiempo dure en esta que me impusieron?, mi madre me caso justo con Carolina para aprisionarme, para asegurar su futuro, para muchas cosa e Izel… ⎯ se queda en silencio. ⎯Izel comprenderá ⎯ le consuelo. ⎯No volví a recuperarla para volverla a perder, ¿qué no entiendes?, ¿cómo le diré que nuestro plan ha fallado? ⎯ insiste. ⎯ Izel, me ama, pero, tampoco me puede esperar toda la vida para casarse conmigo. ⎯¡Ay Enrique! ⎯ digo en un suspiro. ⎯Me siento fatal, Carolina tiene cáncer en el estómago y necesitará tratamientos y, si ven que está empeorando yo… ¡qué vida de puta tengo! ⎯ respira ⎯ sonará horrible pero yo esperaba la muerte de mi padre con ansias, para poder zafarme, para poder ser feliz y mi madre, me encarceló de otra forma. ⎯Entonces… ¿qué harás?, dejarás que Izel se vaya, ¿vendrás y le dirás que se rinda? Ella abandonó su país, a su familia por ti. Está haciendo todo lo posible por ser alguien, por cumplir su sueño por… ⎯¡Lo sé! ⎯ me grita ⎯ ¿crees que no estoy consciente de eso?, ¿crees que no me carcome en la conciencia?, la amo, y siempre la amaré pero no puedo ser tan cruel como para abandonar a una mujer que posiblemente esta sea la única oportunidad que tenga para estar con alguien. No obstante, tampoco creo poder pedirle a Izel que me espere hasta que esto tenga un final, con una sola decisión arruino vidas. Aún así, si me decido por Izel, toda la vida estaremos huyendo y escondiéndonos. Mi madre nos haría la vida imposible y no podríamos ser felices. Aún así arruino su vida. ⎯Debe de haber una forma ⎯ insisto. ⎯Esperar ⎯ me dice para luego suspirar. ⎯ En un mes iré a Madrid para unas cosas de la empresa, buscaré a Izel y le explicaré esto. Espero tener las palabras o al menos una solución para todo esto. ⎯Bien ⎯ contesto. ⎯¿Aún quieres que siga con los trámites que me pediste?, ¿el piso?, ¿el taller?, ¿todo eso? ⎯Sí, quiero que le compres a Izel el piso más bonito que encuentres, no importa el tamaño. Quiero que tenga una bonita vista, acabados perfectos y balcones, muchos balcones para que entre la luz ⎯ imagino y de pronto me viene a la mente esos días que pasamos viendo al sol. ⎯Está bien. ⎯Y también quiero que me prometas algo. ⎯Lo que sea. ⎯Cuida que sea feliz. ⎯Eso no lo puedo hacer yo ⎯ le respondo. ⎯Lo sé, pero si quiere ir de viaje cualquier parte del mundo, si necesita a alguien, si… ⎯ se le corta la voz. ⎯Estás muy sensible, Enrique ⎯ le murmuro ⎯ no puedes pensar con claridad. Mejor que te den las noticias de Carolina y luego planeamos, ¿vale? Ahora tengo que dejarte, mi hijo va a venir a verme y voy a pasar rato con él. ⎯Está bien. ⎯Enrique ⎯ le digo en un tono neutro ⎯ eres un buen hombre, el mejor que conozco. Presiento que cosas lindas vendrán en tu camino. ⎯Ya tenía todo lo lindo… ⎯ responde ⎯ me voy, el doctor ya está aquí. Enrique corta la llamada y yo me quedo con el teléfono en la mano. No puedo creer lo que está sucediendo pero, dicen que todo lo que empieza mal, termina mal. Por más que me quiera hacer a la idea de que yo tengo razón en que se vaya de ahí, él tiene razón en decirme que no la puede abandonar. Pero si no siente nada por ella, ¿por qué quedarse hasta el final?, pienso. Entonces mi móvil suena y al ver el nombre de Thalia en pantalla lo respondo de inmediato ⎯Hola mi amor. ⎯¡Miguel Caballero nos recibió en su firma! ⎯ grita mi novia feliz ⎯¡Izel tiene su primera oportunidad! ⎯¡Felicidades! ⎯ respondo. ⎯¡Muchas gracias por lograr la cita amor!, de verdad… gracias. Izel está feliz, no se la puede creer. ⎯Yo estoy feliz por ustedes, ¿nos vemos en la noche para festejar? ⎯ le pregunto. ⎯Sí, claro… salúdame al pequeño Salva. Thalia corta la llamada y su voz desaparece. Me quedo aún con el móvil cerca del oído mientras mis ojos se clavan en la venta. ¡Qué ironía!, mientras Izel logra su primer contrato y brinca de felicidad, Enrique por el otro lado se entera de que está atado a una mujer enferma que no se atreve a abandonar. Si tan solo hubiese algo que equilibrara la balanza, si tan solo los dos pudiesen ser felices, todo estaría mejor pero, al parecer para que llegue ese balance deben pasar algún tiempo separados. Así, volteo hacia el cajón de mi escritorio y saco de ahí la caja de terciopelo n***o y la abro. El brillante anillo de Thalia se encuentra ahí, escogido desde hace unos meses para pedirle matrimonio. ⎯¡Qué suerte la mía! ⎯ murmuro ⎯ de poder casarme con la mujer de mis sueños sin ningún tipo de oposición. Qué suerte la de Izel de amar tan profundo a Enrique y que suerte la de Enrique de saber que la mujer de sus sueños le espera… qué mala suerte que para ellos no haberse escapado en la primera oportunidad. Sus suertes, ya han sido echadas.
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