Registrada en SAFE CREATIVE
Bajo el código: 2011045801413
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
Enrique
Después de un vuelo infernal con un dolor de cabeza por las bofetadas y por el labio partido, por fin llegue a mi casa en Euskadi, donde tan solo bajé del auto y entré al recibidor pude ver a mi madre esperando por mi con ese rostro duro que siempre tiene y con una media sonrisa en su rostro.
Me vió entrar y lo primero que ordenó fue que subieran mi maleta la habitación y que nos dejaran solos para poder conversar conmigo, para ser sincero yo no lo deseaba pero ahora ya no podía hacer nada, me encontraba completamente acorralado.
—¿Qué más me quieres decir? — le digo de mala gana, mientras estoy frente a ella. Mi madre me indica con la mano que pase al estudio para poder conversar pero me niego — esta es tu casa, mamá, lo que me digas adentro o afuera de esa habitación me da igual.
—Enrique, ¿crees que esto es fácil para mí? — me pregunta, y no sé que espera que le conteste, o ¿espera a que me compadezca?
—Siempre ha sido fácil para ti arruinar mi vida madre, así que no me engañas.
—¡Tanto drama por Dios! — Se queja, mientras levanta las manos al aire— siempre has sido así, es hora de verdad que te amarres los pantalones y aceptes tu responsabilidad. Eres el hijo de Enrique de León y tienes o-b-l-i-g-a-c-i-o-n-e-s — me dice deletreando y cada una de las letras me cae como una roca sobre la cabeza — y es momento de que las cumplas.
—No quiero…
—¡TU PADRE Y YO TE HEMOS DADO TODO! — me grita tan fuerte que hace eco en las paredes de la casa. Luego con un golpe sobre la mesa hace que mi mirada se clave en la de ella —te dimos la libertad que deseabas, quisiste ir a la universidad, aún no entiendo para qué ya que tu obligación es trabajar en la empresa. Te dimos el dinero, lo que pedías y… ¿nos lo pagas primero queriéndote casar con una negra y luego casándote con la india esa?, ¡eres un ingrato!
Mi madre levanta la mano y la tomo con fuerza de la muñeca — se llaman Eira e Izel y créeme eran mucho mejores personas y mucho más mujeres que tú.
Ella se queda en silencio y puedo ver como entrecierra los ojos al sentir el dolor que provoco en su muñeca. Jamás en la vida me había atrevido a levantarle la mano a una mujer, pero en estas circunstancias no iba a permitir que volviera a abofetearme; tengo que imponer respeto.
La suelto en un movimiento y ella con la otra mano me da otra bofetada que no veo venir — a mi me respetas — murmura.
—No pidas algo que tú no das— hablo, aguantándome el dolor.
—Enrique, mis abogados ya están haciendo la demanda de divorcio que tú firmarás tan solo esté en mis manos, y no te vas a oponer.
—Me opondré, siempre… — le respondo.
—Como quieras… también, Carolina vendrá el fin de semana, pospuse el encuentro para que se te bajen esos golpes del rostro, no quiero te vea así.
—Como desees…—comento, y sin mirar más comienzo a subir las escaleras para ir a mi habitación.
—Enrique, un día comprenderás que todo esto es por tu bien.
—Si eso te consuela— finalizo, para después seguir mi camino hacia la habitación.
Una vez con el dolor de cabeza por el golpe, camino hacia mi habitación que se nota ya estaba lista para mi llegada, lo que me hace preguntarme ¿desde cuándo mi padre y madre planeaban esto? Estoy a punto de cerrar la puerta cuando la silueta de mi hermana se parece frente a mí, obligándome a abrir más la puerta.
—Lo siento…— habla en un hilo de voz.
Sin poder evitarlo, siento como todo el coraje me recorre el cuerpo y juro que hago todo lo posible por no lanzarle un puño al rostro para desahogar mi furia —¿esto es lo que querías, no?
—No— murmura, y veo que quiere llorar.
—¡Es lo que deseabas!, ¡ me viste tan feliz que no dudaste en hacerme miserable!
—No— repite ella, angustiada por lo que estoy diciendo.
—¡TODOS TENÍAN QUE SER MISERABLES COMO TÚ!— le grito tan fuerte que ella cierra los ojos — me viste feliz, contento, me viste enamorado y no pudiste soportarlo… y por eso me tienes aquí.
—No… yo no lo hice con esa intención.
—¿Entonces con cuál Nuria?, dime, ¡DIME! — expreso furioso.
Ella se suelta a llorar y sé que en esas lágrimas no hay ni una pizca de arrepentimiento— lo hice porque era mi deber hacerlo, como tu hermana. Tenía que cuidarte Enrique, tenía que evitar que nos arruinaras...
—Y, ¿cómo iba a arruinarte?, ¿matándote de vergüenza?, hubiese sido mejor que me dejaran ir lejos…
—Es que no entiendes — insiste.
—¡QUE NO ENTIENDO!, ¡Dímelo ya!
—¡PAPÁ SE ESTÁ MURIENDO! — grita al fin. Y juro que me esperaba todo tipo de respuestas menos esa— papá se está muriendo. No te lo quiere decir pero no le queda mucho y tu eres su principal heredero, y el que puede salvarnos de la banca rota, el trato con Carolina ya está hecho, Enrique… debes casarte con ella si no nos quieres dejar en la calle.
—Prefiero dejarlas en la calle que casarme con una mujer que no conozco y que no amo— le comento.
—Pero yo no— responde ella, en otro tono muy diferente al que venía manejando en esos momentos— yo no voy a permitir que me dejes en la calle, Enrique. Así que te pido que por primera vez en tu vida hagas lo que es correcto y te dejes de idioteces. Yo no estoy dispuesta a morir por amor, a dejar todo por amor… no todos tenemos ese privilegio.
Me río bajito —venga, hermanita, que sacaste la mierda muy rápido, pero no me extraña de ti— le murmuro. Entro a mi habitación y antes de cerrar la puerta le vuelvo a ver a los ojos — sabes, tienes razón, haré lo correcto como me pides, solo que te advierto que mi punto de vista de lo correcto, no es el mismo que el tuyo.
Mi hermana alza las cejas sorprendida, porque no esperaba la respuesta que le di —¿qué sígnica eso?
Sonrío — ya lo verás, se van a arrepentir de haberme obligado a “hacer lo correcto.” El Enrique que llegó de Madrid es muy diferente al que ustedes conocen… y ahora si me van a conocer…— le amenazo y cierro la puerta en su rostro dejándola sin palabras— muy bien, querían que tomen responsabilidad, lo haré, pero nadie me dijo que debía hacerlo a su manera.