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Salvador
Enrique sigue esperando a que le responda a pregunta que me acaba de hacer. Lo hace mientras cruza los brazos a la altura del pecho y me pone ese rostro molesto que pocas veces veo en él. Debo admitir que el Enrique divertido y simpático me cae mejor que el que veo en frente de mí ahora.
―¡Dime!, que te estoy esperando― insiste.
―¿Querías ayuda no?, pues te estamos ayudando― respondo sin dejarme intimidar.
―¿En qué?, ¿cómo la reunión “secreta” de Barceló con Izel me va a ayudar? ― pregunta molesto.
―Le pedí a Thalia que se hiciera amiga de Izel para así los cuatro poder “protegernos” en cierta manera. Ella podrá cuidar a Nuria, a Izel, estar unidos. Ya que en el momento de que algo pase podremos ayudarlos sin problemas. Además, sabes que en campus hay muchas habladurías y gente mal intencionada. Socios de tus padres que pueden llegar con la noticia de que sales con Izel, si los tres estamos sumergidos en esto, será más fácil advertirte y que no suceda lo de Eira―Enrique se queda pensando, aún con los brazos sobre el pecho así que yo me acerco a él para darle una palmada sobre la espalda― si Nuria se fue de tu piso fue porque yo se lo pedí a Barceló.
―¿En serio? ― pregunta él sorprendido.
―Sí, para que ustedes tuvieran un espacio y no anduvieran ambos viéndose a las cinco de la mañana o a las ocho de la noche, veo que funcionó.
Enrique me regala una sonrisa y me abraza, al parecer el enojo ha pasado ― gracias, de verdad, gracias― me agradece apretándome fuerte contra su cuerpo― no tienes idea el gran favor que me haz hecho.
―Enrique― le murmuro y él se separa de mí y me ve a los ojos ― Thalia y yo coincidimos que Izel no es como las demás mujeres. Creemos que es mejor que le digas lo de tus padres antes de que pase el tiempo y sea peor.
Él niega con la cabeza ― no quiero, me da miedo― responde sincero para darse la vuelta y caminar hacia la sala. Enrique se agacha para comenzar a recoger la botella de vino y las copas. Yo le ayudo con los demás
―Es importante que hables con ella. Mira, no es que quiera que tu relación termine cuando apenas está empezando Enrique pero, mira lo que pasó con Eira. Ahora tienes las ventaja de que ya sabes lo que puede pasar. Puedes explicar sin tanto lío, prepárala y, en caso de que ella no esté de acuerdo, pues no dejas que tu relación llegue lejos, ¿me entiendes?
―Salva…― murmura.
―Sé que ambos en el amor somos diferentes. Lo comprendo. Pero en tu casa no eres tú son las personas que te rodean, ¿crees que izel no se sentirá mal al saber que le ocultaste todo?, mejor dile y averigua de una vez si vale la pena.
Enrique se queda en silencio viendo hacia el suelo, sé que mis palabras le duelen y que posiblemente en este momento se voltee y me corra de su piso, pero se supone que somos mejores amigos y debemos decir la verdad ante todo.
Él se voltea a verme a los ojos e inesperadamente me sonríe ― ¿tú también dices que es diferente?
―Lo es. Mira, no la conozco muy bien pero, me agrada bastante.
Enrique asiente con la cabeza ― se lo diré, sólo déjame disfrutar uno poquito más, ¿si?, ella debe regresarse en unos meses y quisiera al menos tener unos momentos de paz antes de que todo se pueda volver un caos.
―Yo no tengo que permitirte eso, Enrique. No soy nadie para dejarte o prohibirte algo. Pero creo que deberíamos, ambos, de aprender de los errores del pasado y si ya sabemos qué es lo que puede pasar, ¿por qué no prevenirlo?
Enrique hace una ligera mueca, como si estuviera a punto de sonreír ― Lo sé. Algunos errores pesan más que otros, no quiero que Izel sea uno de ellos. No quiero volver a pasar lo que pasé― suspira―¿qué te parece si nos escapamos este fin de semana los cuatro?
―¿Escaparnos? ― pregunto sorprendido.
―Thalia, Izel, tú y yo. Así podemos convivir más, ustedes conocerla y hacer un lindo ambiente, algo que no logré con Eira. Te prometo que después del viaje le diré a Izel lo que sucede con mi situación familiar y pase lo que pase, acataré las consecuencias.
Asiento con la cabeza ― vamos, sólo ¿qué pasará con Nuria?
Mi amigo suspira hondo. Camina hacia la cocina y pone las cosas sobre la barra ― amo mucho a mi hermana pero puedo asegurarte que su imprudencia a veces me provoca que me aleje de ella, y en este momento esa misma imprudencia es la que me hace no querer que esté aquí.
―¿Me aceptas un consejo? ― pregunto y él asiente.
―Tu hermana de todas formas se va a enterar de esto. Así que te recomiendo que le digas, le expliques y le hagas cómplice de esto.
―¿Hacerla cómplice? ― pregunta entre sonrisas.
―Ayúdala a alejarse de su tóxico novio. Invítala a este fin de semana, habla con ella, explícale y le presentamos a Diego.
―¿Diego?, ¿Diego Barceló?, ¿el hermano de Thalia?
―Así es. Ya regresó de su viaje por África y se encuentra en España. Puedo decirle a Thalia que lo invite y pues hacer de cupidos. Así te deshaces del pesado de tu cuñado, y a tu hermana la pones de tu parte. Sabes que tu mamá se comunica con ella a cada rato y te puede avisar antes de que te caiga por sorpresa como suele hacerlo siempre, ¿qué dices?
―Tienes razón, creo que es mejor hacer las cosas de esa forma. Tantos secretos no son buenos.
―¡Excelente! ― expreso un poco aliviado, como si sintiera que estoy salvándome de un castigo divino― ahora dime, ¿dónde iremos el fin de semana? ―Enrique me ve a los ojos y luego comienza a reír―¿qué?,¿de qué te ríes?
―Es que no te va a gustar― confiesa.
Me quedo un momento viéndolo cuando recuerdo lo que Enrique ama hacer y yo odio con toda mi alma― no Enrique, a acampar no, te lo pido. Si quieres vamos a un hotel de los de mi padre, todo pagado, cómodos, sin moscos…― Enrique niega y con una sonrisa me da una palmada sobre la espalda.
―Me la debes por andar organizando planes a mis espaldas, ese es tu castigo.
―¡Vaya castigo! ― reclamo enojado y me siento sobre el sofá ― odio acampar, por eso no lo hago.
―Será romántico y te gustará. A Thalia le hace falta el romance y te lo agradecerá. Ahora sí me disculpas me iré a vestir porque llegaré tarde a clase y ya me retrasaste― dice y se mete a su habitación.
―¿Ahora yo soy quién te retrasa?, ¿no recuerdas quién te despertaba para que llegarás?, ¿me estás diciendo que no soy romántico con mi novia? ¡Enrique!, ¡Enrique! ― le digo pero él entra a la habitación y ya no me contesta― será el peor fin de semana de mi vida― murmuro y después me dejo caer sobre el sofá.