CAPITULO 11: Ayúdame

1123 Palabras
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Enrique Debo admitir que me dio pena dejar a Izel en la residencia después de haber pasado una maravillosa mañana con ella, pero por el momento debe ser así. Mi hermana en este momento se encuentra obstaculizando mi vida y, aunque es buena persona, es muy débil de mente y manipulable, por lo que puede ser un arma letal para cualquier persona que la use, llámese mamá, papá o ese novio tóxico que no la deja en paz. Ante de meterme a la ducha tomo el móvil y le envío un mensaje a Izel. ENRIQUE NOS VEMOS POR LA TARDE, TE QUIERO. Y luego lo aviento sobre la cama para entrar al baño y continuar el día. Se me hace muy extraño estar duchándome a las 7:30 am, suelo ser una persona que a esta hora sigue dormido o apenas se está yendo a dormir sin embargo, ahora que tengo a Izel debo hacer este esfuerzo para pasar tiempo con ella fuera del campus y lejos de mi hermana o los ojos expectantes de cualquier persona que esté enterado de lo que pasó con Eira y conmigo. Salgo del baño, escojo mi ropa y antes de vestirme veo mi móvil con un mensaje que no es nada alentador. SALVA ESTOY AFUERA DE TU PISO, ÁBREME. ―No Salva, ahora no― murmuró aventando el móvil sobre la cama. La pantalla vuele a iluminarse. SALVA ÁBREME O TOCO EL TIMBRE Y DESPIERTO A NURIA. ―¡Mierda! ― digo entre dientes y me pongo la playera blanca arriba y con la toalla amarrada sobre la cintura, abro la puerta de la habitación para ir hacia él y dejarlo pasar. ―Buenos días― me dice. Al parecer Salva también se levantó temprano por la misma prioridad que yo: Izel. ―¿Por qué tan temprano? ― pregunto haciéndome el desentendido. ―Lo sabes, debo platicar contigo y como te conozco estarás evadiéndome toda la mañana y la semana entera si fuera por ti. Pero si tú eres insistente y necio, yo soy peor. ―No quiero hablar del asunto. ―¡Debemos hablar del asunto! ― me dice en tono de regaño ― Thalia y Nuria ya conocen a Izel, están trabajando con ella y tú sabes… ―Lo sé, lo sé, me enteré ayer por la noche pero ya tengo un plan. Ambos entramos a la habitación y Salvador cierra la puerta y camina hacia el balcón que hay ahí y lo abre. Él y yo hemos sido amigos desde la infancia así que los secretos, la vergüenza y los desnudos han quedado en otro lado. ―¿Cuál es tu plan? ― me pregunta de inmediato. Me pongo el bóxer por debajo de la toalla y luego me la quito para ponerme los vaqueros color azul marino que he escogido para hoy. Él voltea a verme y cruza los brazos a la altura del pecho. ―Sólo veré a Izel, por ahora, fuera del campus. Me levantaré temprano por la mañana para estar con ella y por las tardes pasaré todo el tiempo posible, así, hasta que mi hermana se vaya o hasta que se me ocurra algo más. ―¿¡Qué!?, ¿vas a negar a Izel?, es la idea más idiota que he escuchado― me reclama Salva. ―¿Se te ocurre algo mejor? ― pregunto ― porque creo que tus ideas no me apetecen Salva. ―Sí, se me ocurre que no te metas con ella… ¡no entiendo por qué!, ¡por qué! ―¡Porque la amo! ―se me sale del alma y él abre los ojos sorprendido ― porque en ella he visto de nuevo lo que es el amor, Salvador. Porque a mi no me importa el color de piel o de ojos o de cabello, me importa lo que está dentro, su mente, sus sentimientos. Es la mujer más bella que he visto y no sé si estoy mal porque amar a una mujer de diferente piel a la mía o mis padres son una mierda. Pero por eso estoy haciendo todo esto, ¿entiendes?, porque me siento vivo e ilusionado de nuevo, después de pasar años muerto en vida por haber hecho lo que hice. Esta vez será diferente, esta vez las reglas las pongo yo. Salvador me mira fijamente a los ojos y sé que me comprende. Él ha sido mi aliado más fiel en esto, además de la persona que me salvó la vida hace tiempo atrás. Sé, que todo este cuestionamiento es porque está preocupado por mi pero esta vez no pienso dar marcha atrás. ―No quiero esconder a Izel, pero hay gente mala y cruel allá afuera, Salvador y lo sabes. Si mis padres se llegan a enterar de esto será el fin y no quiero que sea el fin. La escondo para protegerla, para tenerla para mi solo aunque sea este tiempo mientras nos enamoramos más y decidimos qué hacer. ―Y, ¿por qué mejor no se lo dices? ― me pregunta. ―¿Qué le digo?, “Oye Izel, a mi me gustas mucho pero mis padres son unos racistas de mierda que por ningún motivo te van a aceptar. Así que ni pienses que estoy seguro si esto puede durar”. ―No tan así pero… ―Salva― le digo en un ruego ― apóyame, ¿si?, te pido que me apoyes, que me ayudes. Sabes que nunca te pido nada pero esta vez necesito que estés de mi lado, que me entiendas y sepas que si lo hago es por su bien no por mi vanidad o por mi orgullo. A Eira la expuse mucho, pensé que si mis padres veían que la amaba con el alma la aceptarían, pero lo único que hice fue lanzarla a los lobos y la herí. No voy a permitir que eso pase con Izel. Yo la defenderé a pesar de todo y de todos y si esto va más allá de un amor de universidad te juro que lo haré el resto de mi vida. Salvador suspira profundo y voltea su mirada hacia el suelo ― ¿en qué quieres que te ayude? ―A que Barceló no le diga nada a Izel, que mi hermana no meta la pata y que me apoyes ccon ella, si sabes lo que digo, ¿no? ―Lo sé― me responde― ¿en serio la quieres tanto? ―Más que a Eira ― digo seguro y él sabe lo que eso significa. ―Vale, entonces no se diga más― contesta y sin más preámbulos sale de la habitación.
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